Autora: Ana Muñoz
Índice
- Tipos de abuso emocional: abierto y encubierto
- ¿Qué mantiene a las personas en una relación de este maltrato?
- La destrucción del sentido del yo
- Abuso, negligencia o abandono en la infancia
- El vínculo traumático
- Reforzamiento intermitente - El maltratador
- Trastorno de estrés postraumático como consecuencia del abuso emocional
Introducción
El abuso emocional consiste en un proceso constante en el que las ideas, sentimientos, características de personalidad y percepciones de una persona son rebajados y despreciados hasta que llega un momento en que la víctima empieza a ver estos aspectos de sí misma como gravemente dañados o incluso ausentes. Es decir, se produce una destrucción del sentido del yo, de la identidad personal.
Muchas parejas intercambian a veces comentarios hirientes o despreciativos durante una discusión. Sin embargo, el abuso emocional es mucho más que eso. Es algo que se da de manera continuada con el objetivo de despreciar y controlar a la víctima.
En el abuso físico también se produce un abuso emocional, pues los golpes implican una humillación y rebajan a la persona y suelen ir acompañados de insultos u otro tipo de abuso emocional. Los efectos del abuso emocional son mucho más destructivos que el abuso físico y el principal responsable de los trastornos psicológicos que se producen durante el abuso físico.
El abuso físico puede ocurrir sin abuso emocional. Aunque a menudo el maltratador comienza con maltrato psicológico y acaba con maltrato físico, no siempre es así necesariamente y a veces nunca dan el paso al maltrato físico, pero continúan con el abuso emocional durante años
A menudo se da un patrón cíclico, sobre todo cuando el abuso emocional va acompañado de agresión física: la tensión comienza a intensificarse hasta que se produce un estallido de violencia, que suele ir seguido de un periodo de calma caracterizado por el arrepentimiento del maltratador, que adopta un actitud más cariñosa, hasta que la tensión vuelve a empezar a aumentar hasta producirse un nuevo estallido y así sucesivamente.
Tipos de abuso emocional: abierto y encubierto
1. Abuso emocional abierto
"Janie, una profesora de instituto de veintiocho años, describía cómo su marido, Peter, un administrador de empresas, a menudo proclamaba en las reuniones familiares que ella era incompetente e ineficaz. La criticaba por quemar las tostadas, tener la “casa sucia” y ser una “horrible pareja sexual”.
Cuando atendían juntos un encuentro social, la acusaba de flirtear con uno de los invitados e insistía en que estaba teniendo una aventura. Aunque Peter describía a Janie como “fea” y “gorda”, era intensamente celoso y estaba convencido de que otros hombres la estaban persiguiendo. Controlaba cuidadosamente los gastos de ella, la disuadía de ir a actos sociales en el instituto o con colegas y limitaba sus visitas a miembros de su familia. Incluso restringió las llamadas a su madre." (Loring, 1994).
Conductas que suponen abuso emocional abierto:
- Gritar, insultar, despreciar, rebajar, criticar, ridiculizar a la víctima ante los demás, expresar asco hacia ella.
- Arrojar objetos (no necesariamente a la víctima), dar golpes a las paredes, portazos, romper cosas.
- Retirar el afecto e ignorar a la pareja o amenazarla con romper la relación. Por ejemplo, no hacerle caso mientras habla, negarse a mantener una conversación, rechazar cualquier gesto de afecto de la pareja, irse de la casa.
Impedir que vea a sus familiares y amigos, de manera que queda aislada del contacto con otra persona que no sea el maltratador. - Celos y posesividad excesivos. Controlar lo que hace y con quién está. Por ejemplo, mediante llamadas telefónicas frecuentes, preguntando constantemente para saber dónde y con quién está en todo momento, tratar de impedir que vea a determinadas personas o vaya a determinados lugares.
- Restringir recursos: impedirle hacer llamadas telefónicas, impedirle el acceso al dinero familiar, tarjetas de crédito, etc. Interferir en las oportunidades de trabajo, educación, cuidados médicos.
- Obligarla a tomar parte en actividades delictivas.
- Amenazas de muerte o amenazas de agresión física o sexual, amenazas de dañar a sus hijos o animales domésticos. El maltratador puede amenazar con hacer daño a los familiares de la víctima y decirle que es responsabilidad de ella impedir que les suceda. Agresión o abuso de los hijos o mascotas de la víctima.
2. Abuso emocional encubierto
Es un patrón sutil mediante el cual el abusador desprecia y rebaja las acciones, pensamientos y emociones de la víctima. Por ejemplo, tal vez no te diga que no le gusta cómo te has vestido, pero te mira de arriba abajo con desaprobación, transmitiendo sin palabras un mensaje que dice: "No eres ni capaz de vestir de forma apropiada". Si expresas algún temor, en vez de apoyarte y ayudarte a superarlo, te mira con condescendencia dando a entender que eres débil y cobarde. Si dices que te gusta la tranquilidad del campo, hace una mueca y deja caer algún comentario despreciativo, como: "Bueno, es para gente simple". Si dices que sientes lástima de un amigo que ha perdido su negocio, te responde algo como: "Sabes que eso no es cierto, estás demasiado centrada en ti misma como para sentir pena de verdad por alguien". De este modo casi cualquier pensamiento, sentimiento, preferencia o deseo que expresa la víctima es considerado inadecuado o negado de un modo indirecto.
Si este proceso de abuso se repite de forma continuada, llega un momento en que empiezas a dudar de tu propia competencia, de tus ideas, de tus gustos, y hasta de tus emociones y sentimientos. Si además, como suele ser habitual en estos casos, tu pareja te ha ido aislando poco a poco de tus familiares y amigos, no tienes a nadie que desmienta sus palabras. Esto es lo que se llama una erosión o destrucción del sentido del yo o identidad personal. Al dudar de tus ideas, creencias, emociones, valores, metas, etc. y al empezar a pensar que pueden ser inadecuados y erróneos, comienzas también a dudar de ti misma y tu sentido de identidad empieza a estar poco claro. No tienes claro quién eres, qué sientes o qué deseas. Aparece una sensación de vacío interior, de soledad y tristeza. Algunas víctimas de abuso emocional tienen la sensación de que están desapareciendo, como si se desvanecieran poco a poco y empezaran a dejar de existir. La depresión y la baja autoestima son frecuentes.
"Después de que mi marido me haya llamado "completamente inútil" y "aburrida" y me haya ignorado durante varios días, empiezo a sentirme muy pequeña y poco importante. A veces no recuerdo quién soy. Me he perdido en alguna parte. ¿Cómo soy yo de verdad? ¿Quién es la persona agradable que una vez creí ser?" (Loring, 1994)
Muchas de estas personas no son conscientes de que son víctimas de abuso emocional y tienden a pensar que lo que les sucede es debido a sus propios errores o inadecuación. En un estudio realizado con mujeres maltratadas (Loring y Myers, 1991) se vio que sólo el 29 % de las mujeres víctimas de abuso emocional reconocían serlo. Hay que tener en cuenta que, para la mayoría de las personas, es inconcebible que alguien que es tu pareja y que te dice que te quiere, esté al mismo tiempo tratando de rebajarte y humillarte. Por eso no es tan extraño que tiendan a dar crédito a las afirmaciones de su pareja y creer que de verdad hay algo equivocado en ellas, en sus opiniones, gustos, etc. Muchas se sienten tremendamente deprimidas y aún así no son capaces de expresar con claridad por qué se sienten así. Por eso, el primer paso hacia la curación consiste en reconocer que están siendo víctimas de abuso emocional y establecer una asociación entre sus síntomas y la experiencia traumática que están viviendo.
Cuando Mónica expresaba alguna idea, su pareja, Alberto, un profesor universitario, movía la cabeza con exasperación y suspiraba con una expresión de disgusto, moviendo su cabeza de un lado a otro. Después utilizaba un tono de voz tranquillo aunque tenso, y similar al que se utilizaría para hablar con un niño deficiente mental. Ella reaccionaba con depresión. A menudo negaba las ideas y emociones de ella diciendo: "Tu no sientes eso", o "En realidad tú no piensas así". A menudo la interrumpía en las conversaciones, diciendo, "lo que Mónica quiere decir es que..." (Loring, 1994).
"Mi marido a veces me llama estúpida y en otras ocasiones simplemente me ignora cuando hablo, suspira cuando le cuento mis sueños para el futuro y se ríe agitando la cabeza con desprecio cuando le cuento alguna idea".
¿Qué mantiene a las personas en una relación de maltrato?
1. La destrucción del sentido del yo que hemos mencionado anteriormente impide a estas personas alejarse de su maltratador. Puede culparse a sí misma en vez de al maltratador, considerar que hay algo defectuoso en ella y que es ella quien debe cambiar y no él. La depresión le impide pensar soluciones efectivas, la baja autoestima y constante autocrítica le hace dudar de su capacidad para sobrevivir por sí misma. La destrucción del yo que conlleva el abuso le impide romper la relación. Sólo con pensar en dejar a su pareja puede tener incluso un ataque de pánico.
El marido de Isabel criticaba sus ropas, sus amistades y la mantenía alejada de sus familiares y amigos. Cada vez que ella quedaba con alguna amiga, él se enfadaba, discutía y se alejaba de ella. Cuando ella empezó a trabajar, la acusaba de mantener relaciones con sus compañeros, constantemente ridiculizaba sus ideas y sentimientos con comentarios como: "¿Ya estás otra vez imaginando cosas?" o "Este tema es demasiado estúpido para hablarlo".
2. Abuso, negligencia o abandono en la infancia
Un estudio realizado con mujeres maltratadas (Loring y Myers, 1991) mostró que todas las mujeres víctimas de abuso emocional y el 65% de las mujeres víctimas de abuso físico informaron de una historia de abuso emocional en sus familias de origen
Una persona con una infancia sana y normal, que ha aprendido a formar vínculos seguros con sus parejas, tiene más recursos psicológicos para escapar de una relación de este tipo cuando empieza a darse cuenta de cómo es su pareja realmente, mientras que una persona víctima de maltrato, negligencia o abandono en su infancia, tiene más posibilidades de acabar formando un vínculo de tipo ansioso en la edad adulta.
Muchas de estas personas se han sentido solas y maltratadas o abandonadas durante toda su vida y ansían más que nadie esa conexión emocional de la que carecen, de ahí que su miedo al abandono sea mayor que en otras personas. Este miedo al abandono, que ha arrastrado probablemente toda su vida, da lugar a una conducta de aferramiento intenso a su pareja. Su sensación de soledad y necesidad de conexión con alguien es tan intensa que perciben el abandono como algo que acabaría por destruirlas por completo, pues su maltratador es percibido como su última esperanza de salvación.
Por otra parte, estas personas se ven impulsadas de manera inconsciente en la edad adulta a entablar una relación con alguien tan abusivo como lo fue su padre o madre, en un intento por reconstruir una infancia perdida, por tener una segunda oportunidad y ser capaces de manejar la situación adecuadamente.
"Durante toda mi vida he tenido la sensación de que la gente cercana a mí no quería escucharme. Me he sentido sola e ignorada. Y aún me siento así: desconectada de todo y profundamente sola".
3. El vínculo traumático
Con el sentido del yo erosionado o disminuido y aislada de otras personas, la víctima se apega con fuerza al maltratador en busca de un poco de amor, de un poco de validación, de ese gesto amable que le devuelva su identidad personal, que le diga que no es una persona tan inadecuada como está empezando a creer, sino alguien valiosa y digna de amor y respeto. Esto es lo que se llama un vínculo traumático. No es el vínculo de amor que debería unir a una pareja, sino un vínculo basado en la dependencia que crea la erosión de la propia identidad, por eso es tan intenso y por eso es tan difícil para muchas personas romper este tipo de relaciones y abandonar a su maltratador. Esos momentos de cariño e intimidad con el abusador que tanto anhela la víctima aparecen de vez en cuando, dándole esperanzas de que a partir de ahora todo va a cambiar y que todo irá bien, pero eso nunca sucede, pues tras ese breve instante de conexión aparece de nuevo el frío distanciamiento y el abuso emocional.
"Mi marido me empujó alguna vez durante nuestro matrimonio, pero eran sobre todo sus constantes críticas lo que me dolía tanto. Criticaba mi modo de vestir, de hablar, de cocinar, mis ideas, mi aspecto, todo...Lo más aterrador era cuando amenazaba con dejarme. Entonces hacía lo que fuese para complacerle y que fuese amable conmigo".
"Al final logré dejar a mi marido cuando me di cuenta de que esta relación estaba haciendo daño a mis hijos. No habría podido dejarlo por mí misma porque no quedaba lo suficiente de mí como para poder hacerlo. Él decía que nunca hago nada bien, me hablaba como si me despreciara, como si yo fuera basura, me decía que soy odiosa. Yo dudaba de mí misma y acabé despreciándome a mí misma tanto como me despreciaba él".
4. Reforzamiento intermitente
En este tipo de relaciones marcadas por el abuso emocional, suele darse un patrón cíclico, con fases en las que el maltratador se muestra cariñoso y atento, seguidas de fases de abuso emocional. Esta conexión emocional intermitente produce gran desasosiego y confusión en la otra persona, manteniéndola insegura constantemente respecto al amor de su pareja. Cuando cree que tiene al amor de su pareja, él vuelve a rechazarla y ella siente una gran ansiedad por recuperarlo de nuevo. Los pequeños momentos de conexión hacen que recupere la esperanza y cuando sucede de nuevo el rechazo y el maltrato, la decepción y el dolor son intensos.
El vínculo traumático es similar al síndrome de Estocolmo, el cual se produce cuando los secuestradores alternan entre la amabilidad hacia la víctima y el terror. Esto hace que los rehenes se vuelvan dependientes de sus captores tanto para sus necesidades emocionales como físicas. "El miedo es tan intenso que toda esperanza de supervivencia depende de complacer al criminal" (Symonds, 1975). Del mismo modo, en el maltrato emocional, la amabilidad y el abuso son también intermitentes y contribuyen a crear el vínculo traumático.
El maltratador
Muchas víctimas de maltrato tienden a pensar que si se comportan del modo apropiado todo irá bien entre ellos. Pero no existe un modo apropiado, pues si un día se vuelve cariñoso contigo por haberle preparado una comida especial, una semana después puede insultarte precisamente por lo mismo. Es decir, el abuso no tiene nada que ver con la víctima, no depende de lo que ella haga o deje de hacer, no se produce porque ella haga algo mal o sea torpe o se comporte de un modo incorrecto. (y ni siquiera aunque lo hiciera sería motivo para ser maltratada).Tiene que ver única y exclusivamente con el maltratador y sus propios problemas psicológicos o de otro tipo, miedos, inseguridades y necesidad de control. El miedo del maltratador al abandono suele ser tan intenso como el de la víctima, y reacciona ante ese miedo tratando de obtener un control total sobre ella.
El maltratador suele ser una persona inmadura y egoísta. Lo único que le importa es su propio bienestar y su víctima ha de atenerse a sus deseos en todo momento. No tiene en cuenta los deseos y sentimientos de su pareja porque sólo le importan los suyos propios. Percibe a su pareja como si fuera parte de él y estuviera bajo su dominio, en vez de como un ser independiente, con sus propios deseos, opiniones, preferencias o emociones.
Trastorno de estrés postraumático como consecuencia del abuso emocional
El abuso emocional o físico puede llegar a generar un trastorno de estrés postraumático, con síntomas como pesadillas, pensamientos intrusivos, flasbacks, problemas para dormir y concentrarse y amnesia. Los recuerdos de sucesos de abuso aparecen en su mente como intrusos, repitiéndose una y otra vez. A veces son tan vívidos e intensos que parece que los estuviera viviendo de nuevo (flashbacks). Por este motivo, estas personas son más propensas a tener accidentes, pues los recuerdos y flasbacks pueden distraerlas de sus actividades, impedir que perciban con claridad el peligro en la carretera y menguar su atención y concentración al volante o en cualquier otra actividad. Por ejemplo, al ir a cruzar la calle puede no darse cuenta de que el semáforo estaba rojo para los peatones. Es frecuente que le den vueltas y vueltas a sucesos determinados, haciéndose preguntas como: ¿Realmente lo que hice fue tan egoísta como dice él? ¿Realmente soy tan estúpida y torpe? ¿Es que no hago nada bien? ¿Cómo es posible que reaccione así? ¿Qué está pasando? ¿Qué estoy haciendo tan mal?
También son frecuentes los síntomas somáticos como dolores de cabeza, trastornos del aparato digestivo o problemas del aparato respiratorio, como asma o bronquitis.
"A veces, cuando él no estaba ahí, yo podía oír su voz llamándome puta y acusándome de acostarme con todos. Yo sabía que él no estaba ahí, pero sus comentarios seguían dando vueltas en mi cabeza, como si sucediera una y otra vez".
"Me obligaba a ver películas pornográficas en las que mujeres o animales eran torturados y mutilados. Me amenazaba con cortarme la cara o quemarme con cigarrillos o decía que me haría todo tipo de vejaciones sexuales. Lo repetía una y otra vez, como un ritual. Decía que el único que tenía derecho a pensar y tomar decisiones en la familia era él. Yo era una buena abogada, apreciada por mis compañeros de trabajo, pero cuando esto sucedía me sentía rota por dentro, todo lo que pensaba de mí misma quedaba destruido, me sentía despreciable, no podía pensar".
Las víctimas llegan a interiorizar la visión negativa que transmite el maltratador, viéndose a sí mismas como despreciables. Todos sus intentos por defenderse o escapar son inútiles porque el maltratador reacciona negando la responsabilidad, culpando a la víctima y degradándola o con más amenazas, hasta que se rinde sintiéndose confusa y agotada. A veces, en los casos de abusos más graves y ritualistas, las víctimas pueden llegar a atacar o matar a su maltratador, muchas veces en un estado de gran agitación y pánico.