Autora: Ana Muñoz
La memoria humana, como la memoria de un ordenador, permite que almacenemos la información para utilizarla después. Para hacer esto, sin embargo, el ordenador y nosotros necesitamos dominar tres procesos implicados en la memoria. El primero se llama codificación; es el proceso que utilizamos para transformar la información de modo que pueda ser almacenada. Para un ordenador esto significa transformar los datos en ceros y unos. Para nosotros, significa transformar los datos en algo significativo, como una asociación con un recuerdo existente, una imagen, o un sonido.
El segundo proceso es el almacenaje real, que significa simplemente "guardar" la información. Para que esto suceda, el ordenador debe escribir físicamente el 1 y el 0 en el disco duro. Esto es muy similar en la memoria humana porque significa que debe producirse un cambio fisiológico para que la memoria sea almacenada.
El proceso final se llama la recuperación, que consiste en extraer la memoria del lugar donde está guardada e invertir el proceso de la codificación. Es decir, devolver la información a una forma similar a lo que almacenamos.
La diferencia principal entre los seres humanos y los ordenadores en términos de memoria, tiene que ver con el modo cómo se almacena la información. En su mayor parte, los ordenadores tienen solamente dos tipos; almacenamiento permanente y eliminación permanente. Los seres humanos, por otra parte, somos más complejos porque tenemos tres modos de almacenaje distintos:
1. La memoria sensorial. Hace referencia a la información que recibimos a través de los sentidos. Esta memoria es muy breve, pues dura solamente algunos segundos.
2. Memoria a corto plazo (MCP). Toma el control cuando la información de nuestra memoria sensorial se transfiere a nuestra consciencia; es decir, cuando somos conscientes de ella. Ésta es la información que es actualmente activa, por ejemplo, al leer esta página, hablar con un amigo, o escribir una carta.
La memoria a corto plazo puede durar más tiempo que la memoria sensorial (hasta 30 segundos aproximadamente), pero todavía tiene una capacidad muy limitada. Según la investigación, podemos recordar aproximadamente de 5 a 9 (7 +/- 2) unidades de información en nuestra memoria a corto plazo en un momento dado.
Pero si la MCP dura solamente hasta 30 segundos, ¿cómo logramos terminar algún trabajo? ¿No tendríamos que empezar de nuevo a concentrarnos cada 30 segundos? Esta discusión incitó a los investigadores a buscar una segunda fase de MCP que ahora recibe el nombre de memoria de trabajo. La memoria de trabajo es el proceso que tiene lugar cuando nos centramos en el material de trabajo durante más tiempo del que permitiría la memoria a corto plazo por sí sola.
¿Qué sucede cuando nuestra memoria a corto plazo está llena y entra otra unidad de información? El desplazamiento significa que la nueva información eliminará la antigua información y ocupará su lugar. De repente alguien te dice el código de área para ese número de teléfono y te olvidas casi inmediatamente de los dos últimos dígitos del número. Sin embargo, podemos mejorar nuestra capacidad de memoria a corto plazo, dominando ciertas técnicas y practicando, lo cual nos permite que visualicemos, escuchemos, digamos o incluso veamos la información de manera repetida y con diversos sentidos.
3. Memoria a largo plazo (MLP). Es la más similar al almacenamiento permanente de un ordenador. Al contrario que los otros dos tipos, la MLP es relativamente permanente y prácticamente ilimitada en términos de su capacidad de almacenamiento. Se dice que tenemos bastante espacio en nuestra MLP como para memorizar cada número de teléfono de los Estados Unidos y todavía funcionar normalmente a la hora de recordar lo que hacemos. Obviamente, no utilizamos ni una fracción de este espacio de almacenaje.
Existen varias subcategorías de MLP
1. Memoria declarativa. Los recuerdos sobre datos, acontecimientos de la vida, y la información sobre nuestro ambiente se almacena en la memoria declarativa. Esta incluye la memoria semántica, conocimiento objetivo como el significado de palabras, conceptos, y nuestra capacidad para las matemáticas y la memoria episódica, o recuerdos de los acontecimientos y las situaciones.
2. Memoria no declarativa o implícita. La segunda subcategoría no siempre se considera como memoria porque se refiere a información interna, más que a información externa. Cuando te cepillas los dientes, escribes tu nombre, o te frotas los ojos, haces esto con facilidad porque almacenaste estos movimientos y puedes recordarlos fácilmente. Se trata de recuerdos que hemos almacenado debido a la práctica, condicionando, o hábitos.
Por qué recordamos lo que recordamos
1. Memoria a corto plazo
Hay típicamente seis razones por las que la información se almacena en nuestra memoria a corto plazo:
1. Primacía. La información que nos llega primero se recuerda normalmente mejor que la información que llega después. Cuando nos dan una lista de palabras o de números, la primera palabra o número suele recordarse debido a que se repite más que la otra información.
2. Novedad. A menudo la última información que recibimos se recuerda mejor porque no ha pasado mucho tiempo.
Si tenemos en cuenta estos dos efectos, el mejor modo de que alguien recuerde lo que le hemos dicho consiste en hacer un resumen de lo más importante al principio y otro al final del discurso.
3. Distintividad. Si algo destaca de la información existente a su alrededor, a menudo se recuerda mejor. Cualquier información distintiva es más fácil de recordar que la que es similar al resto, usual, u ordinaria.
4. Frecuencia. La repetición, según lo indicado en el primer ejemplo, da lugar a un mejor recuerdo. Intenta memorizar una fórmula matemática. Cuanto más la repases, mejor la recordarás.
5. Asociaciones. Cuando asociamos o unimos la información a otra información que ya tenemos almacenada o nueva, llega a ser más fácil recordar. Por ejemplo, es más fácil recordar cosas nuevas que estén relacionadas con tu trabajo, que cosas de las que no tengas información alguna. También es más fácil recordar las palabras silla, teléfono y bolígrafo si asocias los tres elementos imaginando un teléfono sobre una silla cuyos números marcas con un bolígrafo.
6. Reconstrucción. A veces rellenamos los espacios en blanco en nuestra memoria. Es decir al intentar recuperar un cuadro completo en nuestras mentes, inventamos las partes que faltan, a menudo sin darnos cuenta de que esto está ocurriendo.
2. Memoria a largo plazo
La información que pasa de nuestra memoria a corto plazo a nuestra memoria a largo plazo suele ser la que nos resulta significativa. Suele ser difícil olvidarse del día en que te licenciaste, o de tu primer beso, mientras que es bastante fácil olvidarse de información que no tiene ninguna significación, como el color del coche junto al que aparcaste en el supermercado o qué zapatos llevabas el jueves pasado. Cuando procesamos la información, le damos significado, y la información considerada importante se transfiere a nuestra memoria a largo plazo.
Sin embargo, hay otras razones por las que se transfiere la información a la MLP. Como sabemos, nuestros cerebros parecen estar llenos a veces de hechos insignificantes. La repetición desempeña un papel en esto, pues tendemos a recordar las cosas que más se repiten. Otras veces, se transfiere la información porque se une de alguna manera a algo significativo. Puedes recordar que era un día caluroso cuando compraste tu primer coche. La temperatura realmente no desempeña ningún papel importante, sino que se ha unido al recuerdo de comprar tu primer coche, que es un recuerdo significativo.
El olvido
No podemos hablar del recuerdo sin mencionar su opuesto. Parece que por mucho que recordemos, olvidamos aún más. El olvido no es realmente tan malo sino que, de hecho, es un fenómeno bastante natural. Imagina que recuerdas cada detalle minucioso de cada minuto, de cada hora, de cada día de toda tu vida, tanto si es bueno, malo, o insignificante. Ahora imagina que intentas entresacar de ahí la información importante como dónde pusiste las llaves.
Hay muchas razones por las que nos olvidamos de las cosas y estas razones se solapan a menudo. Como en el ejemplo anterior, una cierta cantidad de información nunca llega a la MLP. En otras ocasiones, la información llega a ella, pero se pierde antes de que pueda unirse a nuestra MLP. Otras razones incluyen el olvido por desuso, que significa que la información que no se utiliza durante un período de tiempo se acaba desvaneciendo. Es posible que estemos programados fisiológicamente para borrar los datos que parecen no ser ya pertinentes para nosotros.
Sin embargo, no poder recordar algo no significa que la información haya desaparecido permanentemente. A veces la información está a ahí pero por varias razones no podemos tener acceso a ella. Esto puede producirse por las distracciones a nuestro alrededor o posiblemente debido a un error en la asociación (por ejemplo, creer algo incorrecto sobre ciertos datos te lleva a intentar recuperar una información que no está ahí).
También existe el fenómeno de la amnesia disociativa, que significa que, inconscientemente, sacamos un recuerdo de nuestro alcance porque no deseamos recordar las emociones asociadas a él. Esto sucede a menudo en los casos donde los adultos se olvidan de incidencias de abuso sexual cuando eran niños. La amnesia puede ser también de origen fisiológico.