Autora: Ana Muñoz
El investigador Todd Kashdan, de la George Mason University y sus colaboradores realizaron una investigación acerca de la curiosidad. Preguntaron a los estudiantes hasta qué punto estaban de acuerdo con frases como: "cuando estoy activamente interesado en algo, es muy difícil interrumpirme".
Las personas que mostraban altos niveles de curiosidad, experimentan mayores niveles de satisfacción en la vida que el resto de las personas. Mientras que los menos curiosos obtienen más placer de actividades hedonistas, como el sexo o la comida, las personas curiosas parecen encontrar un mayor significado a la vida, lo cual es un buen predictor de la felicidad a través del tiempo. El estudio fue presentado en la Annual Positive Psychology Summit de 2001.
Los investigadores encontraron que las personas curiosas tienen experiencias interpersonales más positivas que las menos curiosas en diferentes contextos sociales.
En el estudio, la curiosidad se definió como un sistema emocional-motivacional positivo asociado con el reconocimiento y persecución de experiencias nuevas y que supongan un reto. Así, la curiosidad promueve la exposición a nuevas experiencias y retos, y esto, a su vez, es un precursor del aprendizaje y el crecimiento personal, el desarrollo de intimidad y el éxito en el dominio interpersonal", comenta Kashdan.
En la investigación participaron 45 hombres y 45 mujeres, todos ellos estudiantes. Respondieron a dos test específicamente diseñados para esta investigación, que pretendían medir tanto la curiosidad "rasgo", como la curiosidad "estado".
El primer test medía la tendencia general de las personas a buscar activamente información y experiencias nuevas y desafiantes, así como su tendencia a entrar en un estado de "flujo"; es decir, a estar profundamente concentrado en la actividad y absorbido por ella. Con este test se pretendía medir la curiosidad como rasgo.
El segundo test medía el deseo inmediato (y tal vez momentáneo) de buscar nuevas cosas y de implicarse activamente en la tarea que tienen entre manos (curiosidad como estado).
Según explica Kashdan, es posible que, aunque sumergirse en nuevas actividades o temas de conocimiento pueda resultar incómodo al principio, las personas curiosas se ven recompensadas por sus esfuerzos a largo plazo.
Estas recompensas pueden ser sociales, como disfrutar de cenas de fin de semana con unos amigos que conociste al comenzar un nuevo curso; pero, con mayor frecuencia, el placer está asociado a la actividad misma. El hecho de lograr dominar una nueva área de conocimiento es una recompensa en sí misma, y es lo que motiva a la persona curiosa. "Tal vez", dice Kashdan, "el mejor modo de ser feliz consiste en hacer algo que te suponga un reto". Y añade que la curiosidad tiende a aumentar con el tiempo, lo que sugiere que el conocimiento y la experiencia que las personas curiosas adquieren les produce satisfacción y las motiva para seguir aprendiendo.
Aunque es cierto que algunas personas son más curiosas que otras y que muchos de estos curiosos han sido así toda su vida, la curiosidad por conocer y aprender cosas nuevas es algo que puede cultivarse. Puedes aprender a ser más curioso buscando activamente áreas de conocimiento o actividades que sean de tu interés. Prácticamente todas las personas están interesadas en algo, pero en muchos casos, la presión social los empuja a abandonar actividades con las que disfrutaban en el pasado. Por ejemplo, muchas personas han tocado algún instrumento de niños o adolescentes, pero han dejado de hacerlo al empezar a trabajar, como si no fuera propio de un adulto hacer determinadas cosas (a no ser que te paguen por ello). "Pero realmente no existe una definición de lo que se supone que es un adulto. Para algunas personas resulta extraordinario oír esto", comenta Kashdan.
Las personas curiosas suelen crecer a partir de sus nuevas experiencias y aprendizajes, independientemente de cuál sea el resultado. Por ejemplo, Kashdan explica que si nunca has comido barracuda y decides probarla en un restaurante, si te gusta, estupendo, pero si no te gusta, al menos tendrás una historia que contar y podrás decirle a un amigo: "eh, que no se te ocurra pedir barracuda, es asqueroso".
Curiosidad y motivación interna
Otro autor dedicado al estudio de la curiosidad es David Beswick, de la University of Melbourne, quien se sorprende de que este tema haya recibido tan poca atención en el ámbito de la psicología, teniendo en cuenta que la curiosidad, entendida de forma simple como el deseo de saber y aprender debería haber sido un concepto central en la educación.
La curiosidad es considerada por muchos autores como el ejemplo principal de motivación interna o intrínseca. La motivación interna es el proceso de activación y satisfacción en el que las recompensas proceden del hecho de realizar la actividad; es decir del proceso en sí mismo, más que del resultado. De este modo, la persona empujada por una motivación interna realiza una determinada tarea o actividad porque es recompensante en sí misma, no por el hecho de que vaya a obtener algo al hacerla, como sucede cuando una persona realiza una determinada tarea exclusivamente por dinero.
¿Qué es la curiosidad?
Beswick define la curiosidad como un proceso de creación, mantenimiento y resolución de conflictos conceptuales. Estos conflictos proceden de la discrepancia entre algo procedente del exterior y nuestro mapa cognitivo (esquemas de pensamiento que representan el mundo y que se han formado a partir de diversas experiencias). Las personas suelen dirigir su atención hacia aquello que, por un motivo u otro, sobresale en el ambiente, tal vez debido a su novedad o extrañeza. Rápidamente, las personas aprenden a dotar de sentido a esos estímulos externos como parte de un proceso más complejo de adaptación al ambiente. Para hacer eso recurren a representaciones de experiencias pasadas dentro de la cual encajar la nueva información. No obstante, si el estímulo procedente del exterior no encaja con nuestras representaciones mentales (como sucedería, por ejemplo, al ver a una persona levitar ante nuestros ojos), entonces aparece un conflicto. Para resolver el conflicto, las personas recurren con frecuencia a dos procesos diferentes: asimilación o acomodación.
Mediante la asimilación, el conflicto se resuelve cambiando la propia percepción de lo que está pasando ahí fuera. Es decir, modificamos el estímulo para que encaje con nuestro mapa cognitivo. En cambio, mediante la acomodación, cambiamos el esquema mental para que encaje con la nueva información recibida.
Por ejemplo, observas cómo un amigo al que aprecias abofetea violentamente a su pareja, cuando antes nunca había mostrado signo alguno de violencia. Este comportamiento te produce un conflicto, porque no encaja con las representaciones mentales que tienes de tu amigo (una buena persona incapaz de hacer daño a nadie).
Si recurres a la asimilación, piensas que su pareja le ha hecho algo terrible y lo ha empujado a actuar de un modo completamente impropio de él (de este modo no modificas tus esquemas mentales; es decir, no cambias la opinión que tienes de tu amigo). Si recurres a la acomodación, piensas que no es la persona que creías que era, sino que es alguien capaz de mostrase violento con su pareja (por tanto, cambias tus esquemas mentales).
Cuanto más extraño, inusual o inesperado sea el suceso, mayor será la necesidad de asimilación, acomodación o ambas. Las personas que tienen una elevada tendencia a utilizar la asimilación, no experimentan mucha curiosidad. Esto puede ser debido a que no experimentan un gran conflicto porque no tienen un mapa cognitivo del mundo lo bastante diferenciado respecto a ese nuevo estímulo como para que cause un gran conflicto, o puede ser debido a que sienten una gran ansiedad al percibir algo tan novedoso o extraño y actúan de un modo defensivo para deshacerse del conflicto con el menor problema posible.
En cambio, las personas muy curiosas mostrarán un alto interés por la novedad o las características únicas del suceso o información, y también por la integridad de su mapa cognitivo. Detestarán tanto la asimilación como la acomodación y buscarán el mejor modo de resolver el conflicto. Por lo general, hacer eso requerirá la búsqueda de información adicional para construir una nueva integración de la información exterior con lo previamente conocido.
Así, estas personas harán preguntas, harán cálculos, le darán vueltas a las cosas una y otra vez, tratarán de verlas desde diferentes puntos de vista, etc. Seguramente tendrán, en un principio, más dudas que el resto de las personas, pero finalmente alcanzarán algún tipo de resolución al conflicto. El resultado es que se desarrolla un nuevo orden de representación del mundo.
¿Cómo son las personas curiosas?
Aunque la curiosidad es un estado que suele experimentar todo el mundo, es también un rasgo; es decir, una característica del modo de ser de algunas personas, que son más curiosas que la mayoría.
Algunas personas son más propensas que otras a implicarse en situaciones novedosas o extrañas, y cuando eso ocurre sienten interés y centran su atención en ellas más de lo que lo harían las personas menos curiosas. Algunas de estas personas pueden estar buscando activamente dichas situaciones o información, mientras que otras simplemente son más sensibles a esas pequeñas discrepancias que ocurren a su alrededor y llaman su atención.
Esta mayor sensibilidad a las discrepancias, explica Beswick, se debe a dos características que presentan estas personas: la apertura a la novedad, y la preocupación por el orden. Estos dos rasgos no suelen darse juntos en la mayoría de las personas, de manera que aquellos que aceptan y buscan la novedad y la extrañeza no se suelen preocupar mucho porque las cosas estén en el lugar correcto, y viceversa. No obstante, las personas altamente curiosas tienden a presentar estas dos características juntas: buscan la novedad y valoran el orden. Esto es precisamente lo que les hace experimentar un conflicto al buscar la novedad y al mismo tiempo desear tener un mapa cognitivo ordenado y congruente. Este conflicto es lo que da lugar a ese deseo de prestar una atención profunda a algo, conocerlo, explicarlo y hacerlo encajar en un mapa cognitivo ordenado; es decir, da lugar a eso que llamamos curiosidad.
Otras de las características de personalidad de las personas curiosas, según Beswick, son las siguientes:
- Permanecen más tiempo que los demás en situaciones de incertidumbre, y tienen más probabilidades de verse envueltos en ellas.
- Han desarrollado una variedad de habilidades de investigación para resolver conflictos conceptuales mediante la búsqueda de información.
Sienten una curiosidad por el mundo lo bastante alta como para poner en peligro su mapa cognitivo sin experimentar demasiada ansiedad por ello y se arriesgan a crear un orden nuevo y mejor. - En definitiva, son más capaces que el resto de las personas de crear, mantener y resolver conflictos conceptuales.
Otros autores, como Mary Ainley, de la Universidad de Melbourne, ha distinguido entre dos tipos de curiosidad, que ha llamado profunda y superficial. La curiosidad profunda es similar a la descrita por Beswick, mientras que la curiosidad superficial haría referencia a la simple búsqueda de sensaciones.
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