Autora: Ana Muñoz

La curiosidad, junto a la búsqueda de novedad y la apertura a la experiencia, representa el deseo humano de adquirir conocimiento y vivir experiencias. Lo opuesto a la curiosidad es el aburrimiento (que, a su vez, está asociado a ansiedad y depresión), el desinterés y el hastío.

La curiosidad puede manifestarse en cualquier momento en nuestras vidas diarias, desde la atenta lectura de un determinado email, hasta observar a un gorrión cazar insectos en el aire o dedicar un rato a mirar una fotografía peculiar. 
Todas las personas sienten curiosidad, pero se diferencian entre ellas en el alcance e intensidad de dicha curiosidad y en su disposición a experimentar aquello por lo que sienten curiosidad.

Ver lo que otros no ven

El proceso suele ser el siguiente: primero te encuentras con algo que llama tu atención y despierta tu curiosidad (como un gorrión haciendo una extraña pirueta en el aire). El siguiente paso consiste en actuar (salir a tu jardín para observar con más detalle ese gorrión y descubrir qué está haciendo y por qué). Si el gorrión no despierta tu curiosidad ni siquiera llegarás a salir al jardín, pero si sientes curiosidad, tal vez averigües que esas piruetas extrañas significan que está cazando insectos. Este conocimiento puede fomentar aún más tu curiosidad y hacer que decidas ampliar tus conocimientos acerca de estos pequeños e inteligentes pájaros, y puede que hasta te conviertas en un experto o incluso tal vez decidas que quieres estudiar una carrera relacionada con el mundo animal.

Por este motivo, la curiosidad y la búsqueda de novedad están relacionadas, puesto que cuanto mayor sea tu disposición a buscar cosas nuevas, más probabilidades tendrás de encontrar aquello que suscite tu curiosidad y enriquezca tu vida y tu personalidad.

No obstante, la persona curiosa encuentra cosas que le interesan prácticamente en cualquier parte y es capaz de hacer que una tarea que, en principio, parece aburrida se convierta en interesante, porque ve cosas que otros no ven y le llaman la atención fenómenos que otros ni siquiera perciben.

La apertura a la experiencia

La apertura a la experiencia es una dimensión de orden mayor de la personalidad que implica una receptividad a fantasías, sentimientos, ideas y valores nuevos. Si estás más dispuesto a aceptar lo nuevo, tanto dentro de ti como fuera, serás más curioso porque estarás expuesto a más estímulos que puedan despertar tu curiosidad. Las personas más abiertas a la experiencia tienen más sensibilidades imaginativas, artísticas y no convencionales. Sin embargo, la apertura a la experiencia es más bien una predisposición psicológica y no necesariamente va acompañada de acción o experimentación.

Consecuencias de la curiosidad: ¿qué nos aporta?

Tanto la curiosidad como la búsqueda de novedad están asociadas con emociones positivas, creatividad, disposición a desafiar los estereotipos, preferencia por los retos en el trabajo, mayor sensación de control, menos aburrimiento y menos sensación de padecer estrés.

La curiosidad promueve emociones positivas como excitación, disfrute y atención, facilita la toma de decisiones complejas y aumenta la perseverancia para alcanzar las metas.

Los estudiantes más curiosos (los más interesados en aprender) encuentran su experiencia en clase más satisfactoria y más importante para su futuro, tienen mejores relaciones con los profesores y una sensación de que tendrán éxito. Los estudiantes más curiosos preguntan en clase hasta 5 veces más que los poco curiosos.

Una mayor curiosidad está asociada con un mayor aprendizaje y una mayor implicación y rendimiento en los estudios y en el trabajo.

En cuanto a las relaciones personales, una mayor curiosidad predice experiencias subjetivas más positivas. Las personas más curiosas experimentan una mayor intimidad y cercanía con los demás, debido a que se interesan más en conocer y entender a los otros.

La curiosidad está asociada con la inteligencia, la capacidad para resolver problemas, la autonomía, la autoestima, el bienestar subjetivo y una mayor longevidad.

Las personas más curiosas tienen más probabilidades de tener más conocimientos, más recursos, conocer más gente, conocer más lugares y descubrir cosas nuevas. No obstante, la curiosidad puede dirigirse a áreas específicas, según las preferencias de las personas, de manera que alguien pude sentir principalmente curiosidad intelectual o científica, mientras que otros sienten una mayor curiosidad social (conocer gente nueva, interactuar con los demás) y otros sienten más curiosidad por experiencias de riesgo que sean excitantes y les estimulen (búsqueda de sensaciones), como los deportes de riesgo o experimentar con drogas.

La búsqueda de novedad está también asociada a resultados negativos, como impulsividad, fascinación con sucesos violentos y sexuales y la expresión de la ira y el antagonismo. La búsqueda de novedad puede llevar a algunas personas a implicarse en actos delictivos, sobre todo en asociación con compañeros similares a ellos. En realidad, el hecho de que una persona se implique en conductas de búsqueda de novedad constructivas o destructivas, depende de su capacidad para encontrar actividades que le supongan un reto y satisfagan su necesidad de competencia y significado personal, así como de las oportunidades que le ofrezca su ambiente para poder hacerlo.

Qué promueve o inhibe la curiosidad

Adquirir conocimientos específicos hace aumentar la curiosidad por saber más y el deseo de obtener más información, lo que a su vez fomenta más curiosidad.
La sensación de competencia o dominio de algo también fomenta la curiosidad. Por ejemplo, conforme vas dominando un deporte, deseas aprender más cosas, hacerlo mejor y descubrir hasta dónde puedes llegar.

La curiosidad puede verse inhibida por la incapacidad para darse cuenta de lo que uno no sabe. El exceso de confianza, el dogmatismo y el narcisismo, pueden inhibir la curiosidad. Si crees que lo sabes todo, nada te interesará.

La ansiedad y el miedo pueden inhibir la curiosidad. La ansiedad social, por ejemplo, puede inhibir el deseo de explorar el ambiente que te rodea, realizar experiencias o conocer gente. Cuando la ansiedad es mayor que la curiosidad, la persona temerá explorar su ambiente o implicarse en acciones encaminadas a satisfacer su curiosidad. Por ejemplo, puedes sentir una gran curiosidad e interés al ver un grupo de gente escalando una montaña y un deseo de aprender a hacer lo mismo y descubrir cómo lo logran, pero el miedo puede impedirte llegar a intentarlo.

La creencia de que una persona puede actuar libremente en una situación favorece la curiosidad. La culpa, el miedo, la amenaza de castigo y las recompensas externas disminuyen la curiosidad.

La curiosidad es mayor cuando nos encontramos con incongruencias o dificultades para integrar la información en nuestros esquemas mentales. Si vieras un perro volando sin duda sentirías una gran curiosidad, pero también ansiedad por el conflicto que provoca con tu conocimiento acerca de los perros, de manera que la curiosidad puede requerir a veces ser capaces de tolerar el malestar ante lo nuevo, extraño o incongruente (apertura a la experiencia).

 

También te puede interesar