Autora: Ana Muñoz
A partir de la clasificación de trastornos psicológicos del DSM-V, el trastorno por dolor deja de existir como tal para pasar a estar incluido dentro del llamado “trastorno de síntomas somáticos”, en su variante “con dolor predominante”. Es decir, el síntoma físico que predomina en este caso es el dolor, en contraposición a otro tipo de síntomas físicos que aparecen en el trastorno de síntomas somáticos.
Por tanto, el síntoma principal es el dolor en una o varias zonas del cuerpo. Se trata de un dolor intenso que afecta y dificulta el funcionamiento de estas personas en áreas importantes de su vida (trabajo, relaciones, etc.).
A veces, se trata de un dolor agudo, con menos de seis meses de duración, aunque otras veces se acaba volviendo crónico.
Los lugares más habituales en los que aparece el dolor son:
- Cabeza
- Abdomen
- Pecho
- Espalda
No obstante, puede verse afectada cualquier parte del cuerpo. Pueden aparecer dolores musculares, dolores articulares, dolor pélvico, etc. A veces hay alguna enfermedad médica asociada que explica el dolor, pero no explica su severidad o incapacidad que provoca, y otras veces el dolor aparece en ausencia de una alteración médica que pudiera explicarlo.
Este trastorno es bastante frecuente en la población general. En los niños y adolescentes el síntoma más habitual es el dolor abdominal, que se da en un 10-30% de ellos. De este grupo, el 80-90% no presenta ningún trastorno orgánico que pudiera explicar el dolor.
Evidencia del papel de los factores psicológicos
- El dolor suele estar asociado a un acontecimiento estresante; hacer que estas personas sean consciente de este hecho puede aliviar los síntomas.
- El dolor aumenta al aumentar el estrés.
- Los síntomas se alivian al desparecer el estrés.
- La discapacidad que expresan es exagerada respecto al dolor del que informan.
- Existencia de algún beneficio de sus síntomas (ganancia secundaria).