Autora: Ana Muñoz

Tener un directivo arrogante puede costarle caro a una empresa, además de producir un estrés y malestar innecesario en las personas que están a su cargo, puesto que se trata de personas inseguras y poco productivas que cubren su inseguridad maltratando a sus subordinados.

La arrogancia es un patrón de comportamiento que consiste en rebajar a los demás como un modo de demostrar superioridad o competencia. Quienes se comportan de esta manera arrogante suelen ser personas menos inteligentes y con una autoestima más baja que los jefes que no muestran este tipo de comportamiento.

Cómo detectar a un jefe arrogante

A una empresa le puede interesar especialmente saber detectar a una persona así para asegurarse de que no ponen al mando a alguien que, sin duda, va a ser perjudicial para la empresa y va a minar la moral de los trabajadores a su cargo. Pueden utilizar, por ejemplo, la Escala de arrogancia en el lugar de trabajo, The Workplace Arrogance Scale (WARS).

Y si eres un empleado que ha tenido la mala suerte de tener como superior a una de estas personas, saber reconocerlo y ser consciente de lo que se esconde debajo puede ayudarte a no dejar que te afecten sus críticas, desprecio y malos modales.

Para reconocer y detectar al jefe arrogante, hazte la siguientes pregunta: ¿se comporta tu jefe de un modo diferente con subordinados y con superiores? Si la respuesta es afirmativa, hay muchas probabilidades de que estés ante uno de estos especímenes. Si es así, las siguientes preguntas te servirán para asegurarte:

  • ¿Pone tu jefe su propia agenda personal por encima de la agenda de la empresa?
  • ¿Desacredita las ideas de los demás en las reuniones y los hace quedar mal?
  • ¿Rechaza los comentarios o críticas constructivas?
  • ¿Exagera su superioridad y hace que los demás se sientan inferiores?

Si has respondido que sí, tienes ante ti a una persona arrogante, lo que significa que es poco competente, no es especialmente inteligente, se siente insegura de su capacidad y puede que no esté muy preparada. Al mismo tiempo, le falta la humildad necesaria para admitir su falta de preparación o competencia (lo cual le llevaría a estudiar, formarse, pedir ayuda cuando la necesite, etc.) y trata de ocultar a los demás y a sí mismo/a su incompetencia e inseguridad y  aumentar su frágil autoestima haciendo que los demás se sientan inferiores. Algo así como: “si yo no estoy por encima de ti, te pondré por los suelos y de ese modo sí lo estaré”, un comportamiento que recuerda mucho a los matones del colegio.

Pero este tipo de personas no solo hacen daño a sus subordinados, sino que son destructivos para la empresa. Al tener poder sobre las personas a su cargo, sus oportunidades de ascenso, la asignación de trabajos o la revisión del rendimiento, estos jefes pueden poner a sus subordinados en una posición de impotencia y desamparo. No van a proponer para un ascenso a una persona competente e inteligente porque la considerará una amenaza, ni motivan a un equipo de trabajo para beneficiar a la organización en conjunto.

Según los autores de la escala WARS, las personas arrogantes rinden menos en el trabajo y sus fracasos crean una mayor sensación de inadecuación personal, lo cual produce una mayor arrogancia como mecanismo de defensa. Los fracasos se deben en gran parte a la incapacidad de estas personas para tener en cuenta los consejos de otros miembros del equipo. Además, culpan a los demás de los fracasos, de manera que no aprenden de su experiencia.

¿Qué hacer ante alguien así?

Lo primero es proteger tu propia autoestima del daño que sus críticas y desprecios pueden causarte. Si has empezado a pensar que quizás la culpa es tuya, que tal vez no eres lo bastante competente, ahora ya sabes que este tipo de personas considera una amenaza sobre todo a aquellos que percibe como más competentes e inteligentes, porque su mera existencia les hace sentirse inferiores.

Busca la alianza de tus compañeros. Seguramente no te trata mal solo a ti, sino a todos sus subordinados, mientras se muestra sumiso y encantador con sus superiores. Si todos los que padecéis su arrogancia os unís para presentar una queja común, habrá más posibilidades de que os escuchen.

Sin embargo, si ves que esa persona está ahí para quedarse, plantéate la posibilidad de buscar otro trabajo o emprender algo por tu cuenta o con otros compañeros que estén también hartos de ser la víctima de una persona así.

¿Y si eres tú el jefe o jefa arrogante?

Si al leer este artículo te has identificado con la descripción del jefe arrogante, debes saber que tiene solución. El fallo no está en tu forma de ser, sino en tu comportamiento y eso puedes cambiarlo. Pero debes empezar por reconocer lo que está pasando y esforzarte por cambiar.

Busca el origen de esa inseguridad y falta de autoestima, aumenta tu formación si es necesario o acude a un psicólogo para que te ayude a adquirir nuevas habilidades y comportamientos, y mejorar tu autoestima y tu forma de relacionarte con tus subordinados. Tú también saldrás ganando, pues podrás librarte de esa ansiedad y malestar que ahora luchas por ocultar.

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