Autora: Sherry Obenauer


¡No me escuchas! ¡Nunca oyes lo que tengo que decir! ¡Nunca recuerdas nada de lo que digo! ¡No haces más que gritar! ¿Suena familiar? La mayoría de nosotros ha dicho algo similar en más de una ocasión sin apenas lograr nada. Un problema de comunicación se considera a menudo el motivo principal de las rupturas. Aún así, la mayoría de las personas consideran que saben comunicarse con eficacia, aunque tienen poca capacidad para escuchar y utilizan a menudo manipulaciones, gritos, silencio, amenazas, o culpar a otros para intentar hacerse oír. Sin embargo, todos nosotros podemos aprender una comunicación eficaz, si queremos.

Lo que aprendimos en la infancia

La mayoría de nosotros aprendemos a comunicarnos en base a cómo nuestros padres se comunicaron entre ellos y con nosotros. Desafortunadamente, muchos padres todavía creen que los niños deben "ser vistos y no ser oídos" o no respetan las emociones, opiniones y pensamientos de los niños. Por el contrario, se asume que los padres siempre "saben más." Muchos padres hacen callar a sus hijos, no les hacen caso o los castigan por expresarse, en vez de sentarse a escuchar lo que tienen que decir.

Además, si crían a un niño en un ambiente abusivo, la violencia verbal y a veces física se utiliza como un modo de "comunicar" las emociones. Las discusiones respetuosas y tranquilas se producen raramente y los conflictos casi nunca se resuelven. Tales niños a menudo se convierten en adultos que son poco comunicativos por miedo a las repercusiones negativas o son verbalmente abusivos con los demás.

El impacto de este trato temprano nos enseña que lo que tenemos que decir es poco importante o menos importante que lo que otro tiene que decir. También nos enseña que no se nos permite expresar (o aún tener) nuestras emociones. Nos enseña a no respetar a los demás y a usar el poder como una manera de controlar una conversación. Nos enseña que las conversaciones son unilaterales y que los desacuerdos no implican compromiso o discusión. En resumen, muchas de nuestras experiencias tempranas nos han enseñado una comunicación ineficaz.

Cambiar el estilo de comunicación

Sin importar nuestra educación, todos nosotros podemos aprender maneras más sanas de comunicarnos. Sin embargo, este proceso lleva tiempo, paciencia y perseverancia. Muchos de nosotros hemos pasado al menos 20 años comunicándonos de cierta manera y lleva un tiempo aprender las nuevas habilidades. Estas habilidades se pueden utilizar para comunicarse con cualquier persona de cualquier edad sin importar la relación que puedas tener.

Comunicación no verbal

Las estadísticas indican que entre el 70 y el 90% de lo que comunicamos es no verbal. El verdadero mensaje no está en lo que dices, sino en cómo lo dices. Para transmitir tu mensaje de manera no verbal, es importante mantener el contacto visual al escuchar y variar la cantidad de contacto visual al hablar. Has de estar frente a la persona con quien hablas, asentir de vez en cuando para mostrar que la entiendes y evitar mostrarte inquiero o marcharte.

Las expresiones faciales reflejan cómo el mensaje de la otra persona te afecta, sin embargo, evita desviar la mirada, las sonrisas burlonas o sacudir la cabeza, pues estos comportamientos tienden a cortar a la otra persona. Debes también mantener una postura abierta y evitar cruzarte de brazos y piernas, pues esto comunica falta de apertura y rigidez. Sobre todo, nunca interrumpas el discurso de la otra persona. Concédele un cierto respecto permitiendo que exprese su mensaje completo. La interrupción sugiere que has estado pasando más tiempo pensando en respuestas que escuchando.

Comunicación verbal

La comunicación verbal constituye cerca del 25% del mensaje que es enviado. El aspecto más importante del mensaje verbal es asegurarte de que lo que expresas está en consonancia con cómo lo expresas.

Decir a alguien que no estás enfadado mientras mantienes los dientes apretados y lo taladras con la mirada es inconsistente, al igual que decir a alguien cuánto le amas y aprecias mientras bostezas y miras fijamente la televisión. Por lo general, el modo en que dices algo expresa tus verdaderas emociones.

Mientras hablas, usa un tono de voz lo bastante alto para ser oído, evitando gritar. Varía el tono para no sonar monótono, pues eso da ganas de dormir a los demás y demuestra una carencia de expresión emocional. Al hablar con ancianos, usa un tono más profundo, pues perdemos capacidad para oír frecuencias más altas con la edad. Si el mensaje que deseas enviar es de gran importancia para ti, asegúrate de que las distracciones y las interrupciones están reducidas al mínimo (ej. televisión, radio, teléfono, visitantes, niños, animales domésticos, etc.). Cerciórate de que la persona no tenga su atención dividida.

En mundo actual, nunca parece haber bastante tiempo para hacer todo que hace falta. Esto no es una buena excusa para mantener hábitos pobres de comunicación. Se debe reservar tiempo cada día para dar a cada persona la oportunidad de expresarse a sí misma. Algunas familias reservan un rato el fin de semana para una reunión familiar que dé a cada miembro de la familia una ocasión de expresar sus preocupaciones. Por supuesto, la comunicación no es solo sobre resolución de problemas; es cualquier cosa que digas, buena o mala.

Expresión de sentimientos

Al expresar tus sentimientos usa la expresión "me siento..." y no "me haces sentir" pues esto produce defensividad en los demás. Hazte responsable de tus propios sentimientos. Si alguien ha hecho algo que te ha lastimado, céntrate en los comportamientos y no en la persona. Por ejemplo, si te sientes dolido porque tu pareja no ha podido fregar los platos según lo prometido, dile: "me siento mal porque no fregaste los platos" en vez de "eres un insensible por no haber fregado los platos." Céntrate en el comportamiento de la persona; no ataques su personalidad.

Cuando expreses cómo te sientes y el comportamiento que lo causó, termina indicando el efecto que el comportamiento tuvo en ti y que te gustaría ver un cambio como resultado de su discusión. Es injusto decir a alguien qué hizo mal sin indicar qué acción querrías ver en el futuro. Por ejemplo: "Me dolió que no fregaras los platos porque confiaba en tu palabra. Es importante para mí que hagas lo que dices que harás. ¿Podrías asegurarte de que estén fregados la próxima vez o quizás sugerir otra idea?" Expresar tus emociones, definir el comportamiento que quieres que cambie y sugerir un comportamiento alternativo mantiene las líneas de comunicación abiertas. Atacar las acciones de alguien o su persona cae a menudo en oídos sordos.

El fallo en la comunicación

Por supuesto, hay épocas en que la comunicación sana es mal recibida. La mayoría de la gente alterará su estilo de interacción para encajar con el tuyo o no arriesgarse a perder la relación. Sin embargo, algunas personas rechazan aceptar la responsabilidad de su comportamiento dañino, se niegan a escuchar u optan por utilizar insultos, ignorar u otras maneras destructivas de comunicarse. En estos casos, debes decidir qué es lo mejor para ti. Puedes decidir terminar la relación, evitar las interacciones futuras o reducir al mínimo el contacto. O puedes necesitar aprender a no tomarte como algo personal lo que estas personas dicen y darte cuenta de que su comportamiento dice más de ellos que de ti.

La comunicación tiene componentes verbales y no verbales y es un proceso muy complejo. La comunicación es la base de todas las relaciones y aún así muchos de nosotros carecemos de las habilidades necesarias para comunicarse con eficacia. Al igual que aprendemos a montar en bici, también podemos aprender cómo escuchar y expresarnos. Quizás lo más importante es aprender a escuchar. Tal vez por eso tenemos dos oídos y solamente una boca. La comunicación no es sólo sobre ti, implica a otra gente también. Ser capaz de resumir lo que ha dicho otro o estar en silencio conduce a una mayor comprensión.

Quizás deberíamos decirnos a nosotros lo que decimos a otros: "No te estoy escuchando. Nunca oigo lo que tienes que decir. Nunca recuerdo nada de lo que dices. Todo lo que lo hago es gritar. Nunca hablo contigo". Debemos cambiarnos a nosotros antes de esperar que cambien los demás.