Autora: Ana Muñoz
El trabajo puede ser una fuente de problemas, conflictos con otras personas, frustraciones o estrés, pero también puede ofrecernos muchas gratificaciones, tanto laborales como sociales. Aunque posiblemente no existe un trabajo en el que todo sea bueno y no presente en ningún momento un aspecto negativo, siempre podemos intentar que los aspectos positivos superen a los negativos para conseguir que nuestro trabajo se lo más gratificante posible, minimizando su parte más desagradable. Estas son algunas cosas que podemos hacer para lograrlo:
Desarrolla tus habilidades. Haz todos los cursos que puedas y céntrate en las habilidades que necesitas para que sirvan de base para tu propio negocio o el trabajo que desearías conseguir. Piensa en utilizar algunas tardes, fines de semana o cualquier rato libre para realizar algunos pequeños trabajos independientes. Aunque no te guste tu actual trabajo, al menos te servirá para pagar la formación que te permita conseguir algo más acorde con tus deseos.
Si odias tu trabajo, céntrate en lo que de verdad deseas en vez de en cuánto deseas escaparte del trabajo. Cuando te encuentres quejándote acerca de tu trabajo, detente en medio de la frase y piensa: "lo que deseo tener es... y voy a intentar conseguirlo, pero de momento aceptaré que sigo aquí".
Pregúntate si estás escapando de algún conflicto. ¿Deseas escapar de la falta de honradez? ¿Avaricia corporativa? ¿Hipocresía? Permítete preguntarte si estas características se reflejan en tu propia vida o incluso en tu mente. Si todo el mundo a tu alrededor parece deshonesto, ¿estás siendo deshonesto contigo mismo/a? ¿Con otras personas? Después de resolver tus propios conflictos, puedes encontrar que tu lugar de trabajo ha cambiado o que has sido catapultado/a a una vida nueva más satisfactoria. Es decir, una situación insatisfactoria, como la que estás viviendo en tu trabajo, puede aportarte una información muy valiosa acerca de ti. Ten en cuenta que si gran parte de tu insatisfacción procede, por ejemplo, de que no tratas demasiado bien a los demás, te llevarás esos problemas a cualquier otro puesto de trabajo. O bien, si tu insatisfacción tiene que ver con el hecho de que no soportas ningún tipo de autoridad, entonces deberías trabajar ese aspecto de ti si esperas tener un jefe en tu próximo empleo u optar por trabajar por tu cuenta.
No te dejes avasallar. Los miedos, como el miedo a perder el trabajo, a los conflictos con los demás, a no encajar, etc., pueden hacer que una persona acabe aguantando un trato abusivo o desagradable por parte de jefes o compañeros de trabajo. Sin embargo, estos miedos suelen ser poco realistas, pues la realidad nos muestra que plantar cara, tanto a jefes como a compañeros que no nos respetan, no pone en riesgo nuestros trabajos y, además, hace que los demás tengan una visión más positiva de nosotros. Por supuesto, plantar cara no tiene por qué implicar discutir o levantar la voz, sino simplemente decir lo que piensas con un tono adecuado, negarte a hacer ciertas cosas que consideras abusivas, decir a los demás que te hablen bien, etc.
Reconoce lo positivo en los demás. Dar las gracias o reconocer un buen trabajo o actitudes positivas en los otros, incluso en un compañero o jefe que suele ser desagradable, ayuda a aliviar las tensiones en el trabajo y a crear relaciones más armoniosas.
A menudo sucede que las personas más desagradables con sus subordinados o compañeros son también aquellas que se sienten más incompetentes e inseguras y las que más dudan de su capacidad. Estos sentimientos les generan un malestar que les puede llevar a ser desagradables o abusivos. Por este motivo, reconocer el buen trabajo de estas personas suele ayudarles a sentirse mejor y aumentar su autoestima, lo que mejora mucho sus relaciones con los demás.
Haz amigos en el trabajo. Cuando trabajamos con personas a las que consideramos nuestros amigos rendimos más y mejor, estamos más motivados y con más ganas de ir a trabajar, nos sentimos más satisfechos y estamos más comprometidos con el trabajo que hacemos (queremos hacerlo bien no solo por nosotros, sino también para no decepcionar a nuestros compañeros porque nos importan). Por tanto, trata de conocer a tus compañeros y que te conozcan, comparte cosas con ellos, busca puntos en común, hablad de cosas no relacionadas con el trabajo (que son las que más os van a unir), propón salir a tomar algo después del trabajo, interésate por ellos y, en definitiva, trata de fomentar una amistad.
Aprende a diferenciar entre fantasías y expectativas realistas. Fantasear con tener éxito (por ejemplo, lograr un ascenso) y tener expectativas de éxito no es lo mismo en absoluto. De hecho, la fantasías pueden impedirnos tener éxito porque no se basan en la realidad, sino que tan solo consisten en imaginar que hemos logrado algo y vivirlo en nuestra imaginación como si ya lo tuviéramos. Es decir, es más un consuelo que ayuda a sobrellevar una determinada carencia o frustración, pero no suele servir de mucha ayuda para alcanzar una meta en la realidad e incluso puede reducir nuestra motivación a alcanzarla.
Por el contrario, las expectativas de éxito están basadas en experiencias pasadas y evidencias que nos indican que si invertimos tiempo y esfuerzo y seguimos una serie de pasos podemos alcanzar nuestro objetivo.
Por tanto, concéntrate especialmente en aquellos sueños o metas que esperas poder cumplir en vez de limitarte a usar la fantasía como consuelo por no haber alcanzado esos sueños.
Artículos relacionados
- Insatisfacción laboral: qué puedes hacer cuando no sabes qué hacer
- Estrés laboral: el síndrome de estar quemado
- Cómo conseguir un buen empleo