3. EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LA SALUD Y EL CUERPO 

El cuerpo es el siervo de la mente, obedece a las operaciones de la mente, sean estas deliberados o automáticas. Siguiendo pensamientos indebidos, el cuerpo rápidamente se hunde en la enfermedad y el decaimiento; siguiendo pensamientos bellos y alegres se viste de juventud y belleza.

La salud y la enfermedad, al igual que las circunstancias, tienen su raíz en los pensamientos. Los pensamientos enfermizos se expresan a través de un cuerpo enfermo. Se sabe que los pensamientos de temor matan a una persona tan rápido como una bala, y continuamente matan miles de gentes, tal vez no tan rápido, pero sí con igual efectividad. La gente que vive con temor a las enfermedades es la gente que las contrae. La ansiedad rápidamente debilita el cuerpo, y lo deja expuesto a la enfermedad; mientras que los pensamientos impuros, aunque no tengan un origen físico, pronto destruirán el sistema nervioso.

Pensamientos alegres y puros producen en el cuerpo energía y gracia. El cuerpo es un instrumento muy delicado y plástico, que responde rápidamente a los pensamientos que lo dominan, y los hábitos de pensamiento producirán sus efectos sobre él, sean estos buenos o malos.

El ser humano continuará teniendo sangre impura y envenenada mientras sus pensamientos sean negativos. De un corazón limpio emana una vida y un cuerpo limpios. De una mente contaminada proceden una vida y un cuerpo corruptos. El pensamiento es la fuente de toda acción, de la vida y su manifestación; construye una fuente que sea limpia y todo será puro.

El cambio de dieta no ayudará a una persona que no cambia sus pensamientos. Cuando una persona purifica sus pensamientos, no deseará más comida impura.

Los pensamientos limpios producen hábitos limpios. El supuesto santo que no lava su cuerpo no es un santo. Si deseas perfeccionar tu cuerpo, vigila tu mente. Si quieres renovar tu cuerpo, embellece tu mente. Pensamientos de malicia, envidia, decepción, desaliento, le arrebatan al cuerpo su gracia y salud. Una cara amarga no es cuestión de azar, sino de pensamientos amargos.

Conozco una mujer de noventa y seis años que posee la inocente y luminosa cara de una niña. Conozco un hombre que no alcanza la mediana edad cuya cara está desfigurada por líneas sin armonía. Una es el resultado de una disposición dulce y vívida, el otro el resultado de la pasión y la insatisfacción.

Así como no puedes tener un hogar saludable y dulce si no dejas entrar libremente el aire y la luz del sol en las habitaciones, un cuerpo fuerte o un semblante vívido, feliz, o sereno sólo puede ser resultado de dejar entrar libremente en la mente pensamientos felices, buenos deseos y serenidad.

En la cara de los ancianos hay arrugas producidas por la simpatía; otras por pensamientos puros y vigorosos; y otras talladas por la pasión: ¿quién no puede distinguirlas? Para aquellos que han vivido correctamente, la edad trae calma, paz, como una puesta de sol. Recientemente he observado a un filósofo en su lecho de muerte. Era viejo sólo de años, murió tan dulce y calmadamente como vivió.

No hay mejor médico que los pensamientos felices para disipar los males del cuerpo; no hay mejor reconfortante que la buena voluntad para disipar las sombras de la pena y la amargura. Vivir continuamente con pensamientos malévolos, cínicos, y envidiosos, es confinarse en una prisión hecha por uno mismo. Pero pensar bien de todos, ser amable con todos, y pacientemente aprender a encontrar el lado bueno de las cosas – tales pensamientos son las verdaderas puertas del cielo; y vivir el día a día en pensamientos de paz hacia toda criatura atraerá paz en abundancia a su poseedor.