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Autora: Ana Muñoz

El sistema nervioso entérico (SNE), que es el sistema nervioso del intestino, no funciona de manera aislada, sino que interactúa estrechamente con la microbiota intestinal, un ecosistema complejo de microorganismos que habitan en el tracto digestivo.

La microbiota intestinal desempeña un papel importante en la regulación del SNE e influye en la motilidad intestinal, la digestión, la inmunidad y hasta en las emociones. La alteración de esta microbiota puede provocar trastornos digestivos, inflamatorios, neurológicos y psicológicos.

Composición de la microbiota intestinal

La microbiota intestinal está compuesta por trillones de microorganismos, incluyendo bacterias, virus, hongos y arqueas. En un adulto sano, el intestino alberga más de 1000 especies bacterianas, que pertenecen principalmente a cuatro grandes grupos: 

  • Firmicutes (ej. Lactobacillus, Clostridium, Enterococcus).
  • Bacteroidetes (ej. Bacteroides, Prevotella).
  • Actinobacteria (ej. Bifidobacterium).
  • Proteobacteria (ej. Escherichia coli).

Estos microorganismos coexisten en un equilibrio dinámico que contribuye a la salud digestiva y general. Cuando se rompe este equilibrio (disbiosis), pueden aparecer diversas enfermedades.

Funciones de la microbiota en el SNE

La microbiota intestinal desempeña varias funciones esenciales en el funcionamiento del sistema nervioso entérico (SNE):

1. Regulación de la motilidad intestinal

La microbiota influye en el movimiento del intestino mediante la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como el butirato, que modulan la contracción del músculo liso intestinal, así como la estimulación del plexo mientérico, que regula la peristalsis intestinal. Los cambios en la microbiota pueden causar estreñimiento o diarrea y afectar al tránsito intestinal.

2. Producción de neurotransmisores y neuromoduladores

Las bacterias intestinales pueden sintetizar neurotransmisores que afectan directamente al SNE y al sistema nervioso central:

  • Serotonina (5-HT): el 90 % de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino con la ayuda de ciertas bacterias (Enterococcus y Escherichia).
  • Dopamina: algunas bacterias (Bacillus, Lactobacillus) producen este neurotransmisor, que influye en la motivación y el placer.
  • Ácido gamma-aminobutírico (GABA): producido por Lactobacillus y Bifidobacterium, ayuda a reducir la ansiedad y el estrés.

Esto explica por qué la microbiota puede influir en el estado de ánimo y el comportamiento.

3. Regulación del sistema inmunitario

El 70 % del sistema inmunitario se encuentra en el intestino. La microbiota ayuda a regular la inflamación intestinal, prevenir infecciones al competir con patógenos dañinos y modificar la permeabilidad de la barrera intestinal (evitando el "síndrome del intestino permeable"). Cuando hay disbiosis, pueden aparecer enfermedades inflamatorias y autoinmunes.

4. Comunicación con el sistema nervioso central (Eje Intestino-Cerebro)

La microbiota modula el eje intestino-cerebro a través del nervio vago, el sistema inmunitario y los neurotransmisores. Un desequilibrio en la microbiota puede contribuir a trastornos como:

  • Depresión y ansiedad (por alteraciones en la serotonina y el GABA).
  • Parkinson (la disbiosis puede contribuir a la neurodegeneración).
  • Autismo (se han observado diferencias en la microbiota de personas con TEA).

Disbiosis: las alteraciones de la microbiota y su impacto en el SNE

Cuando la microbiota pierde su equilibrio (disbiosis), se pueden generar problemas en el SNE. Las causas de la disbiosis son el uso excesivo de antibióticos, una dieta pobre en fibra y rica en ultraprocesados, el estrés crónico y las infecciones intestinales. La disbiosis puede contribuir a la aparición de varias enfermedades:

1. Síndrome del intestino irritable (SII). La disbiosis se ha identificado como un factor importante en el SII. Algunas bacterias pueden producir gases y sustancias inflamatorias que activan el SNE y dan lugar a:

  • Hipersensibilidad visceral (dolor abdominal).
  • Cambios en la motilidad (diarrea o estreñimiento).
  • Alteraciones en el estado de ánimo debido a cambios en la serotonina.

2. Enfermedades inflamatorias del intestino. Enfermedades como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn están asociadas con una microbiota alterada que contribuye a la inflamación crónica del intestino y la disfunción del SNE.

3. Enfermedades neurológicas. El intestino puede influir en enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer. Se ha encontrado que personas con Parkinson tienen una microbiota distinta, con un aumento de bacterias proinflamatorias que pueden afectar el SNC.

Estrategias para modificar la microbiota y mejorar el SNE

Dado el papel fundamental de la microbiota en la regulación del SNE, mantener un equilibrio adecuado es fundamental para la salud digestiva y neurológica. Algunas estrategias son las siguientes:

1. Dieta rica en fibra y alimentos fermentados. El consumo de prebióticos (fibras que alimentan bacterias beneficiosas) y probióticos (microorganismos vivos) puede mejorar la microbiota y la función del SNE.

  • Alimentos ricos en fibra: verduras, frutas, legumbres y cereales integrales.
  • Alimentos fermentados: yogur, kéfir, chucrut, kimchi y kombucha.

2. Probióticos y prebióticos. El uso de probióticos como Lactobacillus y Bifidobacterium ha demostrado mejorar trastornos como el SII, la ansiedad y la inflamación intestinal.

3. Reducción del estrés. El estrés crónico altera la microbiota y el funcionamiento del SNE. Técnicas como la meditación, el yoga y la actividad física pueden ayudar a restaurar el equilibrio intestinal.

4. Evitar el uso excesivo de antibióticos. El abuso de antibióticos puede eliminar bacterias beneficiosas y provocar disbiosis. Se recomienda usarlos solo cuando sea estrictamente necesario.

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