Autora: Ana Muñoz

La gripe es una enfermedad producida por un virus que infecta las vías respiratorias.

El virus de la gripe se divide en tres tipos: A, B y C. Los virus A y B son los responsables de las epidemias de gripe que suelen ocurrir cada invierno. La infección con el virus C produce síntomas muy leves o no produce síntomas en absoluto. Tampoco produce epidemias. Por este motivo, nos centraremos sobre todo en los dos primeros tipos.

El virus de la gripe es un virus mutante; es decir, cambia constantemente. Estos cambios le permiten volver a invadir una y otra vez al mismo huésped sin que el sistema inmunitario lo reconozca. Es decir, una persona infectada con el virus de la gripe desarrolla anticuerpos contra ese virus. Sin embargo, cuando el virus cambia, el anticuerpo no lo reconoce, de modo que se vuelve a producir una infección. No obstante, el antiguo anticuerpo puede ofrecer una protección parcial.

En la actualidad existen dos subtipos de virus A y uno del tipo B. Los subtipos del virus A reciben el nombre de A(H2N1) y A(H3N2). Las diferencias entre ellos se encuentran en dos proteínas virales llamadas llamadas neuraminidasa y hemaglutinina.

Estos virus del tipo A experimentan dos tipos de cambio. El primero hace referencia a una serie de cambios que ocurren a lo largo del tiempo y que producen una evolución gradual del virus. El otro es un cambio brusco en las proteínas antes mencionadas. Cuando esto ocurre, emerge bruscamente un nuevo subtipo del virus. El virus del tipo B sólo experimenta el cambio gradual.

Los síntomas de la gripe

Tras un corto periodo de incubación, que dura entre 18 y 36 horas, la enfermedad comienza bruscamente, con fiebre elevada de 39-40 grados centígrados y con notable sensación de destemplanza. Suele haber un dolor de cabeza muy molesto, que se produce como consecuencia de la fiebre.

También se produce un dolor detrás de los ojos, que se pone de manifiesto cuando se le pide al paciente que mueva los ojos hacia los lados. Este es un signo cuyo hallazgo ayuda al diagnóstico.

A su vez, suelen producirse dolores musculares, sobre todo en las pantorrillas y en la región lumbar. También pueden aparecer dolores musculares en el abdomen. El paciente suele sentir la necesidad de permanecer en la cama debido al malestar y al dolor que siente.

Las manifestaciones catarrales de las vías respiratorias pueden ser poco llamativas al principio. Desde el principio suele haber una tos seca, que puede llegar a volverse pertinaz y muy molesta, acompañándose entonces de la expulsión de algún esputo mucoso.

También suele haber catarro de la mucosa nasal. El paciente puede negar su presencia, sin embargo suele haber cierta tumefacción de dicha mucosa, que dificulta la respiración por la nariz. Muchas veces, la afección nasal es evidente, con mocos abundantes. La función del moco es la de limpiar las vías respiratorias.

También puede haber un ligero enrojecimiento ocular, a veces con ojos húmedos o lagrimeo.

Suele haber sequedad de la faringe debido a cierta congestión faríngea. En un porcentaje variable de casos pueden advertirse roncus y sibilancias.

Suele haber pérdida de apetito y a veces náuseas, pero no vómitos.

La fiebre puede durar entre 1 y 7 días, aunque lo más habitual es que dure 3 días. Permanece alta y continua, aunque menos que el primer día. Un comportamiento típico de la fiebre consiste en un descenso brusco para volver a subir al cabo de 12-24 horas. Se mantiene entonces un día más y luego cede definitivamente. Esto recibe el nombre de V gripal.

Complicaciones

Las complicaciones más importantes de la gripe son la neumonía gripal primaria y las neumonías bacterianas secundarias.

La neumonía gripal primaria aparece en pleno curso clínico de la gripe y se caracteriza por un aumento de la fiebre, expectoración sanguinolenta, respiración acelerada con disnea (dificultad para respirar) y cianosis (color azulado de la piel debido a la falta de oxigenación de la sangre). El curso suele ser muy grave. La fiebre no remite, la disnea y la cianosis se intensifican y la muerte sobreviene a pesar de todas las medidas terapéuticas al cabo de 5-10 días.

Esta neumonía gripal tan grave sólo ocurre en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (típica de fumadores), enfermedades del corazón (sobre todo estenosis mitral), enfermedad de base grave o embarazo.

Las neumonías bacterianas secundarias corresponden a neumonías debidas a bacterias como estafilococos o neumococos. El inicio suele ser tardío, al cabo de por lo menos una semana del comienzo de la gripe y a veces tras algún día de franca mejoría. El pronóstico es mucho mejor que el de la neumonía vírica porque existen un tratamiento antibiótico eficaz.

La sinusitis y las otitis medias son, a menudo secuelas de la gripe.

La vacuna contra la gripe

Esta vacuna está especialmente recomendada en las personas que tienen un alto riesgo de desarrollar complicaciones serias. Los grupos de riesgo son los mayores de 65 años y las personas con enfermedades crónicas de las vías respiratorias, el corazón, o los riñones, así como personas con diabetes, inmunosupresión o formas severas de anemia. También se recomienda en niños y adolescentes que están recibiendo una terapia a largo plazo con aspirina, pues pueden desarrollar el síndrome de Reye tras una infección con el virus de la gripe.

La vacuna contra la gripe no causa efectos secundarios, aunque en algunos casos puede producir una reacción alérgica en personas alérgicas a los huevos, pues los virus usados para fabricar la vacuna se cultivan en huevos de gallina. Tampoco se recomienda la vacuna en personas con infecciones activas o enfermedades del sistema nervioso.

¿Es efectiva la vacuna?

Los estudios* realizados indican una efectividad de entre el 70 y el 90 %. La vacuna reduce la hospitalización en un 70 % y la muerte en un 85% entre las personas mayores que no se encuentran en residencias de ancianos. Entre los que se encuentran en residencias, la vacuna puede reducir el riesgo de hospitalización en un 50 %, el riesgo de neumonía en un 60 % y el de muerte en un 75-80 %.