Autora: Natalia Korsun, licenciada en psicología,
Mucha gente se sorprende hoy ante una pareja que se siente feliz y realizada a través de su vida conyugal luego de numerosos años de matrimonio. Lo aún más asombroso es que el secreto de su éxito no está fuera de nuestro alcance y radica en su estilo de comunicación. Si bien somos seres individuales, no somos islas independientes unos de otros. Por medio de la comunicación nos relacionamos con los demás y establecemos vínculos. La comunicación tiene que ver con cada aspecto de nuestras relaciones y el matrimonio es la relación humana más importante que tenemos, además de la familia. Así, el dialogo constituye un puente que nos conecta con los que nos rodean y el poder compartir emociones, sentimientos, preocupaciones, miedos o problemas, es esencial para el matrimonio.
Sin embargo, la comunicación no es fácil; es un arte que se debe practicar continuamente. Comunicarse en el matrimonio es mucho más que hablar. Es poder expresar o transmitir libremente los pensamientos y emociones con sencillez y honestidad, teniendo en el cónyuge un buen receptor. La comunicación es una actitud de apertura al otro, que implica disponibilidad para compartir y que se construye a diario.
Consecuencias de la mala comunicación
Estudios recientes han demostrado que los matrimonios infelices poseen defectos en su comunicación mostrando más interrupciones, críticas y quejas, y soluciones negativas, menos sinceridad y menos sugerencias positivas, que las parejas felices. Muchas de estas parejas recurren a lágrimas, enfado, frialdad, rechazo o evitación en lugar del diálogo. Así, varios de los problemas matrimoniales provienen de una misma fuente: la falta de comunicación, generando una falsa tolerancia enfermiza que lleva a que cada miembro de la pareja viva de forma independiente.
La incomunicación aísla, aleja, encierra y bloquea a los cónyuges, no permitiéndoles disfrutar de la convivencia. Muchas relaciones se deterioran al no saber expresarse con amor y comprensión, intentando cambiar al otro o asumiendo actitudes defensivas al no sentirse aceptados. Es evidente que nadie disfrutaría de una relación donde se den dichas variables a diario, por lo que es fundamental desarrollar una buena comunicación si se desea un matrimonio feliz. El correcto diálogo acorta distancias entre los cónyuges, fortaleciendo el vínculo.
Tipos de comunicación
Ahora bien, existen varias formas de comunicar sentimientos, una de ellas es por medio de los gestos, de la mímica del rostro, de la postura del cuerpo, el tono de voz, etc. Cuanto más estrecha sea la relación entre las personas, más importancia tendrá este tipo de comunicación no verbal. Pequeños actos de bondad y amor tienen un poder que jamás podemos subestimar. Apenas el toque de una mano, una sonrisa amable, una caricia puede operar maravillas.
Otra forma de comunicarnos es verbalmente, y en el matrimonio, las palabras, pueden tanto edificar como destruir la relación. Así, la comunicación constructiva es aquella que es respetuosa, abierta y transparente y que aporta un crecimiento a la pareja. En esta clase de comunicación ideal se dejan de lado los rencores, las acusaciones y las exigencias para asumir las propias responsabilidades logrando un diálogo productivo. Para este tipo de comunicación conyugal es indispensable ser sinceros y pacientes, guardando el respeto mutuo.
Opuesta a la anterior existe la comunicación destructiva, caracterizada por ser irrespetuosa, prepotente, rencorosa y vengativa, destruye el vínculo, genera desconfianza y temor. La incomunicabilidad y desavenencia que se generan solo pueden acarrear más discrepancia y discordia. Muchas de las palabras dichas con furia continúan lastimando toda la vida.
Ahora bien, los conflictos en la pareja generan a menudo incomunicación. A veces sucede que uno de los cónyuges responde con monosílabos al deseo de comunicarse de su pareja, lo que genera mayor insistencia por parte de ésta y no suele ser productivo. Hay quienes también utilizan el silencio como castigo o máscara que oculta la incapacidad de comunicarse, de admitir equivocaciones, escondiendo las debilidades. Muchos otros no desean comprometerse a abrirse al otro por temor a fracasar. Al no comunicarse el sujeto se encierra detrás de un muro cada vez más alto, o puede llegar a comunicarse erróneamente (con gritos, ataques de ira, acusaciones, venganza o incluso el silencio) no permitiendo a la pareja poder entender sus sentimientos. Si bien cada caso es diferente, la realidad nos indica que la comunicación fluida y sólida entre cónyuges es el único medio al que pueden recurrir para crear y mantener entre sí proximidad y comprensión. Y sin ella el matrimonio tiende al caos.
¿Pero, que significa comunicarse realmente? Y ¿que beneficios obtiene la pareja? En su sentido más amplio, comunicación significa "comunión" y constituye el lazo de unión en la pareja. Comunión conyugal es tener tiempo uno para el otro. Es hacer algo juntos. Comunión es conversar por una preocupación común. Es cualquier palabra o acto que crea el sentimiento de unidad disolviendo barreras, favoreciendo la comprensión recíproca y facilitando la solución de los conflictos. El correcto diálogo posibilita la cooperación para el logro de objetivos mutuos y hace que la convivencia sea agradable, fructífera y enriquecedora. Y lo más importante, una buena comunicación genera sensaciones de seguridad, de amor y de comprensión.
Pero para que el diálogo funcione debe darse un feedback (ida y vuelta) entre ambos cónyuges. El dialogo se trata de dar y recibir: Dar nuestro tiempo, nuestros "oídos" y recibir al otro, aunque en ocasiones pensamos que no necesitamos nada de los demás.
Obstáculos que dificultan la comunicación
Pero, ¿por qué no puedo dialogar con mi pareja como cuando éramos novios? ¿Cómo recupero dicha comunicación? Si bien el noviazgo es una época de intenso romance que indudablemente favorece la comunicación tanto verbal como no verbal, no debemos limitarla solo a dicha etapa de nuestra vida. Los enamorados manifiestan continuamente que se aman. Comparten sueños, esperanzas, ilusiones, como también preocupaciones, tristezas y frustraciones. Con el tiempo, la comunicación en la pareja se va debilitando y empobreciendo, y es necesario recuperar dicha calidad de comunicación para lograr un matrimonio feliz. A lo largo de los años existen varios factores que deterioran, anulan o distorsionan la comunicación. Existen obstáculos exteriores a nosotros mismos que, con un poco de esfuerzo y coordinación pueden ser modificados. Hay también obstáculos interiores o personales que, a menudo, anteponemos a la hora del diálogo, como ser: prejuicios, manías y sobre todo egoísmo.
Obstáculos exteriores
Ocupaciones y horario: a menudo no coinciden, se pasa poco tiempo con el cónyuge.
Distracciones: televisión (sobre todo en el almuerzo), teléfono, periódico.
Intrusiones de otras personas: Se debe buscar el lugar y la hora conveniente. Incluso, en ocasiones los hijos pueden ser un obstáculo para la comunicación conyugal.
Obstáculos interiores
Malas experiencias: Miedo a repetir fracasos, sentimientos de incomprensión.
Comunicación incorrecta: gritos, regaños, violencia, prejuicios.
La prisa y la impaciencia: impiden que se establezca una actitud abierta y predisposición a escuchar.
Temas de conversación: hablamos de lo que hacemos y no de lo que somos, eso no da oportunidad de conocerse mejor y revela la falta de contenido interior.
Rasgos de carácter: inseguridad, baja autoestima que generan incapacidad de abrirse al otro.
Debemos luchar a diario con dichos obstáculos si queremos "rescatar" la comunicación conyugal.
15 consejos para comunicarte mejor con tu pareja
1) Recupera la amistad en la relación. Busca un tema que una a la pareja: recuerda que cosas te conquistaron de tu cónyuge, disfruten momentos a solas dialogando acerca de intereses compartidos. Revive la complicidad y cercanía de la amistad con tu pareja.
2) No trates temas importantes durante los momentos tensionantes del día. Evita hablar cuando alguno de los dos está muy cansado (antes de irse a trabajar o inmediatamente después de regresar). Un momento tranquilo es necesario para concentrarse en la charla.
3) Trata un solo asunto cada vez y evita las generalizaciones tales como "siempre haces todo mal", "nunca me escuchas", "todo es tu culpa", etc.
4) No dejes problemas sin resolver o resentimientos ocultos. Es conveniente identificar, aceptar y resolver las dificultades y emociones en el momento en que éstas ocurren. De lo contrario, los problemas no resueltos reaparecerán y, con el paso del tiempo, serán cada vez más difíciles de afrontar. Las situaciones obviadas, ocultas y/o latentes contaminan la relación.
5) Escucha con atención y sin interrumpir. Si no entiendes un concepto pide que lo repita.
6) Evita comunicarte con ironía y sarcasmo. Es mejor hablar de causas o problemas que de culpas.
7) Haz peticiones no exigencias. Dialogar no es dar órdenes. Recuerda el "por favor" y "gracias".
8) No divulgues los sentimientos compartidos por tu cónyuge. Así se construye la confianza.
9) No prejuzgues la situación ni culpes a tu cónyuge sin haberlo escuchado. Dale la oportunidad de expresar sus sentimientos.
10) Cambia no solo tus palabras sino también tu comportamiento. Relájate y evita ponerte nervioso.
11) Trata de decir todo con calma y paciencia. Las cosas deben decirse con claridad y con caridad. El cónyuge puede sentirse herido, no por el contenido de las palabras, sino por el tono usado.
12) Expresa tu opinión y luego espera. El otro puede responder de formas distintas, ya sea con una palabra, con gestos, con una sonrisa, un abrazo. Cada persona tiene su tiempo para elaborar cada circunstancia, y es prudente esperar en lugar de insistir por una respuesta.
13) No castigue con el silencio: esto no hace más que distanciar uno del otro y no resuelve el inconveniente que se están teniendo. El dialogar siempre es la mejor opción para que su pareja comprenda bien sus deseos y emociones.
14) Escribe una carta: en caso de que te cueste expresar libremente tus emociones y pensamientos. Léela nuevamente en calma antes de entregársela a tu pareja.
15) Acepta la opinión del otro: el querer tener siempre la razón no es dialogar. Comunicarse significa aceptación, igualdad, comprensión.