Autora: Ana Muñoz
Existen determinados factores que contribuyen a la aparición de ciertos tipos de depresión específicos de las mujeres, como las fluctuaciones hormonales o presiones sociales y culturales que recaen especialmente en el sexo femenino.
Además, la forma de reaccionar antes el estrés y los problemas puede ser diferente en ambos sexos y dar lugar también a diferentes trastornos psicológicos cuando esas reacciones no son adaptativas.
Causas biológicas y hormonales de depresión en mujeres
Depresión premenstrual. Las fluctuaciones hormonales durante el ciclo menstrual pueden dar lugar a problemas de depresión en algunas mujeres, con síntomas como irritabilidad, fatiga, tristeza, labilidad emocional.
Depresión postparto. Muchas mujeres experimentan un “bajón” tras el parto. Por lo general, es una respuesta normal, debido al estrés al que han sido sometidas, pero en algunas los síntomas son lo bastante severos como para considerarse un trastorno del estado de ánimo.
Embarazo. Los numerosos cambios hormonales que se producen durante el embarazo pueden contribuir a la aparición de una depresión, sobre todo en mujeres con cierta predisposición. Otros problemas, como los abortos, embarazos no deseados o infertilidad, pueden acabar desencadenando también depresión en algunos casos.
Menopausia. Durante la menopausia y la etapa anterior a la ella, llamada perimenopausia, se producen fuertes fluctuaciones hormonales en las mujeres. Las mujeres que han padecido depresión en el pasado, tienen un mayor riesgo de deprimirse durante esta etapa de sus vidas.
Causas psicológicas y psicosociales de depresión en mujeres
Estrés. Mujeres y hombres reaccionan ante el estrés de formas diferentes. Las mujeres tienden a buscar el apoyo de los demás; este apoyo hace que generen una mayor cantidad de oxitocina, una hormona que las protege del estrés y la depresión. No obstante, cuando no encuentran el apoyo que necesitan, pueden sentirse aún más deprimidas. En las mujeres, además, se activa más el sistema límbico (centro de las emociones) cuando están sometidas a estrés y permanece activado más tiempo que en los hombres. Es decir, su forma de reaccionar ante el estrés es más emocional, lo que puede contribuir a la depresión. Por otra parte, según las investigaciones realizadas, las mujeres padecen mayores niveles de estrés que los hombres debido a que, además de sus responsabilidades laborales, suelen tener mayores responsabilidades familiares que los hombres.
Rumiación. Cuando las mujeres están estresadas, tienen una mayor predisposición a darle vueltas mentalmente a sus problemas, pensamientos negativos, causas de su depresión, etc., lo cual contribuye a mantener la depresión. Los hombres, por el contrario, tienden más a intentar distraerse y no pensar en sus problemas. Lo ideal sería una postura intermedia, en la que pensaras lo suficiente en tus problemas como para tener claro qué está pasando y qué puedes hacer para remediarlo, y luego intentaras distraerte y no darle vueltas a las cosas de manera excesiva o cuando no te llevan a ninguna parte.
La imagen corporal. Las fuertes presiones sociales sobre las mujeres y la importancia que la sociedad concede a la belleza física, la apariencia corporal, la delgadez, la juventud, etc., es motivo de descontento, frustración e incluso odio hacia sí mismas para muchas mujeres, llegando incluso a poder desencadenar síntomas depresivos. Desgraciadamente, esta presión no solo no está disminuyendo, sino que se está extendiendo también hacia los hombres.
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