Autora: Ana Muñoz


Los científicos han encontrado diferencias en el modo en que las personas procesan el mundo a su alrededor. Las personas introvertidas o tímidas procesan el mundo de un modo diferente, lo que hace que haya diferencias en cómo responden a los estímulos. Los científicos han llamado a estas personas "altamente sensibles". Se trata de un rasgo de personalidad innato que se da en cerca del 20 % de las personas. Los niños altamente sensibles lloran con facilidad, les cuesta introducirse en situaciones nuevas, necesitan poco castigo y hacen preguntas inusuales o tienen pensamientos especialmente profundos.

La diferencia se encuentra concretamente en la atención al detalle. Las personas altamente sensibles tienen una mayor sensibilidad a los estímulos tanto externos como internos, incluyendo los sociales y los emocionales. Esta mayor sensibilidad a los estímulos se debe a una tendencia innata a prestar más atención a las experiencias y estímulos y a procesar la información con más profundidad. Tienen una mayor capacidad para captar detalles sutiles en su ambiente y procesarlos en profundidad.

Estas personas observan durante más tiempo antes de actuar, como si exploraran con sus mentes más que con sus cuerpos, les molestan más los ruidos o las multitudes, se ven más afectados por la cafeína y se sobresaltan con más facilidad. Prefieren tomarse más tiempo antes de tomar decisiones, son más concienzudos, necesitan más tiempo a solas para reflexionar y se aburren más fácilmente con las conversaciones intrascendentes o triviales.

Los investigadores utilizaron un cuestionario para separar a las personas altamente sensibles de las que no lo eran y luego utilizaron la resonancia magnética para comparar la actividad de los cerebros mientras buscaban pequeñas diferencias en imágenes. Algunas imágenes tenían diferencias obvias mientras que otras tenían diferencias sutiles. Las personas altamente sensibles miraban durante más tiempo las imágenes que presentaban diferencias sutiles y tenían una mayor activación en las áreas cerebrales implicadas con un procesamiento más profundo.

Las diferencias en rasgos como introversión o neuroticismo se deben a a diferencias en la atención que prestan las personas al procesar la información sensorial y se ven afectadas por el ambiente. Por ejemplo, los niños altamente sensibles que se crían en un ambiente estresante están predispuestos a padecer ansiedad y depresión, que son componentes del neuroticismo, y timidez, que es a veces la causa de la introversión. Sin embargo, estos niños altamente sensibles, cuando se crían en un ambiente adecuado y de apoyo, son más felices, más sanos y más habilidosos socialmente que el resto de los niños. Parece que las personas altamente sensibles prestan más atención a indicios sutiles que les permiten saber, para bien o para mal, lo que los demás sienten o piensan.

Cuando viven en un ambiente negativo tienen más problemas que el resto de las personas (como ansiedad, depresión o fobia social), mientras que un ambiente positivo, los hace más empáticos, más felices, más perceptivos y con mayor capacidad para ayudar a otras personas. Se trata de personas que se ven más afectadas por los acontecimientos negativos, que les pueden causar un mayor estrés o sufrimiento, pero también por los positivos, que les llevan a sentir una mayor alegría. Este rasgo de personalidad se ha asociado con la introversión. Sin embargo, un 30% de las personas altamente sensibles son extrovertidas.

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El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de Stony Brook, Nueva York, y publicado en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience, marzo, 2010.