Autora: Ana Muñoz


Las personas que padecen este trastorno se sienten obligadas a rascarse, pellizcarse o frotarse la piel de forma compulsiva hasta que aparecen las típicas lesiones.

El paciente es consciente de su conducta autodestructiva pero se siente incapaz de dejar de rascarse.

Las excoriaciones neuróticas se observan más frecuentemente en mujeres, pudiéndose distinguir dos grupos de pacientes:

  • Mujeres jóvenes que se excorian sobre lesiones preexistentes, habitualmente lesiones de acné.
  • Mujeres de 40-50 años.

No obstante, el trastorno puede verse en cualquier grupo de edad y con diverso grado de afectación.

El comienzo de la enfermedad se sitúa entre los 30 y 50 años, con una duración media de diez años en el grupo más afectado, en el que el proceso tiende a ser persistente. Suelen ser personas con rasgos rígidos y obsesivos y con gran represión de las emociones; tienen dificultad para verbalizar sus problemas y son agresivas a la vez que inseguras, aunque algunos autores consideran que la depresión es el síntoma principal.

El rascado y excoriación de la piel se hace por ataques que exceden el simple hábito, en los que arañan, excavan y excorian la piel, hasta producir hemorragia y dolor. Los ataques tienen un carácter compulsivo y el paciente siente la necesidad de continuar hasta producir dolor. La duración puede ser de varias horas y puede ser de carácter ritual realizándose a horas o en lugares determinados, frecuentemente a la hora de acostarse.

El estrés psicosocial suele producir una agravación de las excoriaciones en el 30-90% de los pacientes e, inmediatamente después de esta conducta, los pacientes se sienten infelices y culpables por la desfiguración que se han ocasionado.

Síntomas

Las lesiones pueden comenzar sobre pequeñas irregularidades de la superficie cutánea, tales como tapones de queratina, picaduras de insectos, foliculitis o acné, o bien desarrollarse sobre piel normal.

Normalmente, las lesiones agudas son menores de 1 cm de diámetro, rodeadas de eritema y cubiertas de costras hemorrágicas. Pueden ser profundas, extendiéndose hasta la dermis, y distribuidas simétricamente en el radio de acción de las manos.

Suelen producirse en manos, antebrazos, muslos, piernas, cara y parte inferior del tronco, pero pueden encontrarse también cerca de las márgenes del cabello, cara y cuello, o aparecer especialmente en hombros y pecho. Las lesiones antiguas se presentan como cicatrices rosadas o rojas, algunas de las cuales pueden ser hipertróficas y rodeadas de un halo de hipopigmentación.

Evolución

La duración media de los síntomas es de 5 a 8 años. Si no se trata la enfermedad, se hace persistente y la gravedad va paralela a la aparición de situaciones vitales estresantes.

Psicopatología

Las excoriaciones neuróticas son lesiones autoprovocadas de forma compulsiva en las que frecuentemente subyace un estado de ansiedad o depresión. Los pacientes constituyen un grupo heterogéneo, aunque habitualmente es la expresión cutánea de una patología obsesivo-compulsiva.

En casos leves o transitorios, sobre todo en niños, puede ser una respuesta al estrés en aquellos niños con rasgos de personalidad obsesivo-compulsiva pero, en casos graves y persistentes, la investigación psiquiátrica revela la existencia de un trastorno obsesivo-compulsivo. En el trastorno obsesivo-compulsivo aparece una ansiedad intensa, que en el caso de las excoriaciones neuróticas, sólo se ve aliviada por el acto compulsivo de pellizcar o rascar, que puede ser realizado como un acto inconsciente. Esta actividad ocurre frecuentemente por la noche o cuando el paciente no está ocupado, haciendo que disminuya, aún más, su pobre autoestima. El estrés puede ser un precipitante.

A nivel psicobiológico, las afecciones obsesivo-compulsivas se asocian con una disminución de actividad de los mediadores de la serotonina.

Estas personas suelen describirnos infancias difíciles, con padres punitivos y que les rechazan. Suelen ser personas rígidas, perfeccionistas e indecisas por miedo a equivocarse; pierden la confianza en sí mismos con facilidad, siendo muy sensibles a la crítica, y se muestran socialmente reservados. También suelen tener sentimientos de culpabilidad y tendencia al autocastigo o autocrítica. Quizá la característica más importante es que presentan una profunda dificultad para manejar la angustia y la agresión, que a veces expresan de manera explosiva y en otras ocasiones se desplaza; la dificultad en manejar la agresividad es para ellos un hecho inaceptable y muchas de las agresiones están inconscientemente dirigidas hacia sus padres, o bien a quienes les hacen revivir viejos conflictos no resueltos con sus padres en situaciones normales de la vida. Estas agresiones, al ser inaceptables para el paciente, no son expresadas directamente, sino de un modo inconsciente. En definitiva, las lesiones sirven para expresar estos sentimientos agresivos y, a su vez, el castigo por la manifestación de esta agresividad.

En otro grupo de pacientes predomina fundamentalmente la depresión en vez del trastorno obsesivo-compulsivo. Entre ellos existen dos grupos de pacientes con excoriaciones neuróticas: un grupo sería el de pacientes varones con acné y el otro el compuesto por mujeres de mediana edad. Suelen ser personas carentes de entusiasmo, fatigadas, irritables, sin relaciones sociales y fácilmente llorosas. En casos graves, puede haber alteración del sueño o el apetito, así como la aparición de síntomas somáticos no específicos.