Autora: Ana Muñoz
Las personas que tienen dificultades para controlar sus impulsos se ven incapaces de dejar de hacer algo que desean hacer, aunque sepan que no deben hacerlo o resulte perjudicial para sí mismos o los demás.
En las adicciones (alcohol, drogas, tabaco, juego, etc.) el adicto se siente impulsado a beber, fumar, jugar, comer, etc. sin ser capaz de encontrar el modo de dejar de hacerlo.
De acuerdo con lo que hemos comentado en el apartado de Terapia Racional Emotiva, para saber por qué estas personas no son capaces de "resistirse" tenemos que observar qué está pasando por su mente en ese momento y qué se están diciendo a sí mismos, ya que son los pensamientos los que regulan la conducta. Por ejemplo, antes de abrir la puerta de casa y salir a la calle, hemos pensado algo parecido a "me apetece salir a dar una vuelta" o "voy a la tienda de la esquina". Sin embargo, sucede a menudo que las personas tienen la sensación de que no han pensado nada. Simplemente dicen tener la "necesidad" de fumarse un cigarro o beberse un vaso de vino. Esto es debido a que este tipo de pensamientos aparecen de forma rápida y automática, pudiendo conformar patrones de pensamiento aprendidos en la infancia. Es decir, forman parte del modo particular que tiene cada persona de ver el mundo.
A veces, pueden sugerir como respuesta a una necesidad fisiológica. Por ejemplo, si alguien tiene la sensación de hambre, lo primero que piensa es "tengo hambre". Después evalúa lo que eso significa y toma una decisión respecto a cómo actuar. En función de cuál haya sido esta decisión actuará de un modo u otro. Es decir, si piensa "voy a comer ahora mismo" irá derecho a la nevera.
Si piensa "voy a esperar hasta la hora de cenar; puedo aguantar el hambre perfectamente", su conducta será muy diferente. Y si piensa "necesito comer algo ahora mismo y no puedo soportar no hacerlo", y además lo piensa muy a menudo, es muy probable que sea un comedor compulsivo a quien le resulta casi imposible esperar para comer a sus horas.
Errores de pensamiento
Generalmente, estas personas tienen lo que se denomina baja tolerancia a la frustración. Es decir, no soportan la privación, demora o frustración en la consecución de sus deseos. Las características de su pensamiento son:
- Creer que uno tiene la obligación de obtener todo lo que quiere o exigir que se satisfagan sus deseos a toda costa. (Por ejemplo, "Si necesito fumar tengo que hacerlo ya").
- Creer que es necesario que las circunstancias no sean difíciles y que la vida tiene que ser fácil. (Por ejemplo: "Aunque quiera dejar de fumar no lo hago porque es demasiado difícil").
- Creer que cualquier dificultad, demora o inhibición es demasiado horrible para soportarla. (Por ejemplo, "No puedo estar sin fumar; es insoportable".
Es decir, estas personas creen que tienen que tener todo lo que quieren cuando lo desean y que es insoportable si no lo consiguen. A veces, esta forma de pensar aparece sólo en una o dos situaciones o conductas determinadas, pero estas personas son capaces de tolerar la frustración en otras áreas de sus vidas. Otras veces, en cambio, se trata de un modo de ser más general que se extiende a muchos comportamientos y facetas de sus vidas. No "soportan" que se frustren sus deseos nunca; cualquier dificultad, incomodidad o tarea desagradable que tengan que hacer es vista como insoportable y como algo que ellos no tienen por qué hacer si no les resulta fácil, cómodo o agradable. Pero dado que la vida está llena de frustraciones y tareas desagradables por hacer, estos individuos están constantemente frustrados, malhumorados o deprimidos.
Al pensar que tienen que obtener todo cuanto desean sin demora alguna, se dejan llevar por sus impulsos. Si desean algo, lo cogen, actuando como si sus deseos fuesen necesidades orgánicas que exigieran ser satisfechas y el mundo estuviese allí para satisfacerlos. Pero lo cierto es que hasta las verdaderas necesidades fisiológicas pueden ser controladas voluntariamente, como hemos visto en el anterior ejemplo de alguien que siente hambre y es capaz de posponer ese impulso.
De este modo, nos encontramos con mujeres embarazadas que no "pueden" dejar de fumar o beber, compradores o jugadores compulsivos medio arruinados, pedófilos y violadores, pirómanos, adictos de todo tipo o simplemente personas que viven continuamente frustradas porque tienen que hacer "demasiadas cosas desagradables".
Por el contrario, las personas que controlan sus impulsos actúan como intermediarios entre dichos impulsos y las limitaciones de la realidad, las costumbres, los deseos de los demás, las prohibiciones, las leyes, etc., y saben resistirse a sus impulsos o demorar la consecución de aquello que quieren. Si sus deseos no son satisfechos sienten pena o se molestan pero no llegan a sentirse excesivamente perturbados (ansiosos, deprimidos, agresivos, etc.).
El primer paso, por tanto, consiste en identificar estos pensamientos automáticos y preconscientes, hacerse totalmente consciente de ellos y cambiarlos por otros más racionales y adaptativos que guíen la conducta de estas personas de manera más apropiada. Para ello puede utilizarse la Terapia Racional Emotiva.