Autora: Ana Muñoz

El síndrome del intestino irritable (SII) consiste en una alteración del hábito intestinal (diarrea, estreñimiento o ambos alternando), junto con la presencia de dolor abdominal, sin que exista una causa orgánica o enfermedad médica que lo justifique.

Síntomas

  • Dolor o malestar abdominal (suele aliviarse después de defecar).
  • Alteraciones en el tránsito intestinal, como diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos.
  • Hinchazón y gases.
  • Sensación de evacuación incompleta.

Causas y factores desencadenantes

No se conoce una causa exacta, pero se cree que puede estar relacionado con:

  • Alteraciones en la motilidad intestinal.
  • Hipersensibilidad en los nervios del intestino.
  • Desequilibrios en la microbiota intestinal.
  • Estrés y ansiedad.
  • Ciertos alimentos que actúan como desencadenantes (lácteos, grasas, cafeína, alcohol, etc.).

Prevalencia

Suele ser más frecuente entre los 20 y los 40 años de edad, siendo raro en la adolescencia o después de los 60.

También parece darse más en mujeres, aunque esto puede ser debido a que las mujeres están más interesadas en los problemas de salud y tienen más probabilidades de reconocer y expresar en las consultas médicas las variaciones en sus hábitos intestinales.

Estrés y síndrome del intestino irritable

Los síntomas tienden a aparecer y desaparecer y se deben a trastornos de la motilidad influidos por factores psicológicos. Entre el 50 y el 80 % de las personas con síndrome del intestino irritable afirman que existe una asociación entre la aparición o agravación de los síntomas y los acontecimientos estresantes.

El tipo de acontecimientos estresantes que viven estos pacientes es similar al que suele experimentar la mayoría de las personas. Por tanto, lo importante no es el evento vivido, sino cómo lo interpreta o maneja cada persona, lo cual hace que se vea afectada en mayor o menor medida. Es decir, estas personas presentan una reacción más marcada al estrés ambiental. Algunos investigadores sugieren que esto se debe a un desequilibrio del sistema nervioso autónomo a nivel general o a un déficit de recuperación del sistema nervioso autónomo frente al estrés.

No es extraño encontrar que las personas con este trastorno han vivido situaciones de deprivación durante su infancia, como la pérdida o muerte de uno de sus padres o rupturas familiares conflictivas. También se han encontrado numerosos casos con historias de abuso sexual o físico en la infancia entre este tipo de pacientes.

Síntomas psíquicos

En las personas con síndrome del intestino irritable es frecuente la existencia de síntomas psíquicos, como ansiedad o depresión. También son comunes los trastornos somatomorfos y el alcoholismo. Entre la sintomatología psicológica más frecuente destaca la siguiente:

Ansiedad

Las personas con SII suelen puntuar alto en escalas de ansiedad y en algunos casos también se dan ataques de pánico.

Depresión

Entre los síntomas de depresión se encuentran a veces los trastornos gastrointestinales, sobre todo diarrea, vómitos o estreñimiento. También es posible que la depresión de estas personas sea una consecuencia de la cronicidad de la enfermedad y síntomas físicos y los problemas que acarrean en su vida: estas personas se ven obligadas a restringir gran parte de sus actividades diarias, como trabajo, ocio, relaciones sexuales, socialización. Pueden sentirse inseguros, con falta de independencia y baja autoestima.

Somatización

Las personas con SII suelen tener síntomas físicos frecuentes y variados y puntúan alto en las medidas de hipocondría.

Personalidad

Aunque no hay un perfil único, se han identificado algunos patrones más frecuentes en personas con SII en comparación con la población general.

1. Neuroticismo elevado: mayor tendencia a la ansiedad, preocupación y reactividad emocional, inseguridad e inmadurez y mayor sensibilidad al estrés, lo que puede agravar los síntomas.

2. Hipervigilancia: significa que estas personas suelen estar más atentas a las sensaciones corporales, lo que podría hacer que perciban el dolor de forma más intensa.

3. Alexitimia: dificultad para identificar y expresar emociones.

4. Tendencia al perfeccionismo y autocontrol excesivo: las personas con SII pueden ser más propensas a la autoexigencia y a la necesidad de controlar su entorno, así como a una tendencia al control e inhibición de impulsos y emociones.

5. Mayor predisposición a la somatización: la somatización es la tendencia a expresar el malestar emocional a través de síntomas físicos. En el SII, el estrés y la ansiedad pueden manifestarse en forma de dolor abdominal, hinchazón y cambios en el tránsito intestinal.

6. Tendencia a sentir agresividad hacia sí mismos, con sentimientos de culpa, autocríticas, autorreproches.

7. Aislamiento e inhibición por la falta de confianza en sus propias capacidades y por la dificultad que suelen tener para habituarse a la cronicidad de los síntomas.

Tratamiento

1. Psicoterapia cognitivo conductual

Dada la influencia del estrés y los factores psicológicos, la psicoterapia cognitivo conductual puede ser de gran ayuda para estar personas. En esta terapia se utilizan técnicas como las siguientes:

Reestructuración cognitiva. Ayuda a identificar y cambiar pensamientos negativos o catastrofistas sobre los síntomas y a reduce la ansiedad anticipatoria (por ejemplo, el miedo a tener un episodio en público).

Manejo del estrés y la ansiedad. Se enseñan técnicas de relajación, respiración diafragmática y mindfulness para reducir la activación del sistema nervioso. Disminuir el estrés puede ayudar a regular la motilidad intestinal.

Exposición gradual a situaciones temidas. Para personas que han desarrollado evitación a ciertos lugares o alimentos por miedo a los síntomas, se hace una exposición progresiva para recuperar la normalidad en su vida diaria.

Modificación de conductas poco saludables. Se trabajan hábitos que pueden estar contribuyendo a los síntomas, como patrones de alimentación inadecuados o falta de actividad física.

Mejora de la regulación emocional. Al trabajar, en la regulación de emociones, la persona aprende a expresar su malestar de forma más adaptativa, reduciendo la somatización.

2. Hipnoterapia dirigida al intestino 

Es un tratamiento psicológico basado en la hipnosis que ha mostrado resultados prometedores en personas con síndrome del intestino irritable (SII). Varios estudios han demostrado que la hipnoterapia puede mejorar los síntomas del SII en un 70-80 % de los casos, con efectos que se mantienen a largo plazo (incluso después de 5 años).

A través de sugerencias hipnóticas guiadas, se busca modificar la percepción del dolor, reducir la hipervigilancia hacia los síntomas y mejorar la regulación del sistema digestivo. durante las sesiones se induce una relajación profunda para disminuir la actividad del sistema nervioso simpático (estrés). También se utiliza la
visualización guiada para mejorar la motilidad intestinal y reducir el dolor, así como
sugerencias positivas dirigidas al intestino para promover su funcionamiento normal.

Mediante el uso de hipnoterapia dirigida al intestino se han conseguido los siguientes resultados:

  • Reducción del dolor abdominal. Se modifica la forma en que el cerebro procesa las señales del intestino, reduciendo la hipersensibilidad visceral.
  • Disminución de la ansiedad y el estrés. Relajar la mente ayuda a disminuir la activación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, que influye en la respuesta digestiva.
  • Mejora del tránsito intestinal. Puede ayudar tanto a quienes tienen diarrea como estreñimiento.
  • Disminución de la hipervigilancia. Muchas personas con SII están en constante alerta sobre sus síntomas; la hipnoterapia les ayuda a reducir esa obsesión.

2. Dieta

La dieta más adecuada para personas con síndrome del intestino irritable (SII) varía según cada caso, pero una de las más estudiadas y recomendadas es la dieta baja en FODMAP.

Los FODMAP son carbohidratos fermentables de cadena corta que pueden causar hinchazón, gases, dolor abdominal y alteraciones en el tránsito intestinal en personas con SII.

FODMAP significa:

  • Fermentables
  • Oligosacáridos (trigo, cebolla, ajo, legumbres)
  • Disacáridos (lácteos con lactosa)
  • Monosacáridos (frutas ricas en fructosa como manzana, mango)
  • And (y)
  • Polialcoholes (edulcorantes como sorbitol y manitol, algunas frutas y verduras)

Los alimentos a evitar (altos en FODMAP) son los siguientes: trigo, cebada y centeno. Lácteos con lactosa (leche, queso fresco, yogur común). Legumbres (garbanzos, lentejas, frijoles). Cebolla, ajo, coliflor, brócoli. Manzana, pera, sandía, mango. Edulcorantes artificiales como sorbitol, manitol, xilitol.

La dieta baja en FODMAP consiste en reducir temporalmente estos alimentos y luego reintroducirlos poco a poco para identificar cuáles generan síntomas.

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