Autora: Adriana Fornasini, psicóloga
El tema del trastorno dismórfico es fundamental dentro de la práctica médica de los cirujanos plásticos. Los médicos se encuentran continuamente con pacientes que recurren a la cirugía plástica como solución a problemas psicológicos, que no logran ser solucionados a través de una operación, generándose luego conflictos por parte del paciente por las expectativas inalcanzables no cumplidas.
El trastorno corporal dismórfico es la preocupación por defectos imaginarios del aspecto físico por una persona de apariencia normal. (Barlow/ Durand 2001) El sujeto distorsiona su imagen en el espejo sintiéndose especialmente feo o deforme. Tener una preocupación moderada por la imagen física es algo normal y sano como reflejo de cuidado y autoestima. Sin embargo la preocupación excesiva por el cuerpo o por algún defecto específico puede llegar a caer en un extremo dañino, acompañado de pensamientos obsesivos, ansiedad y distorsiones de la realidad.
El paciente en algunas ocasiones se obsesiona con su imagen en el espejo, en otras desarrolla una fobia a su reflejo. La extrema preocupación por la imagen física puede llegar a generar tristeza, sentimiento de inferioridad, miedo a relacionarse, miedo a que el resto lo vea, evitación a estar en público, reclusión del ambiente social, encierro, depresión y hasta ideas suicidas. Este trastorno ha sido relacionado con el trastorno obsesivo compulsivo por los recurrentes pensamientos repetitivos que persiguen al paciente (Barlow/ Durand 2001).
Existen varias causas para la aparición del trastorno, entre ellas se encuentra la predisposición genética, en la que uno o varios antecesores experimentaron algún tipo de trastorno relacionado, sea obsesividad, fobia social o depresión. Otra posible causa es haber experimentado burlas sobre aspecto físico por parte del medio en el que se encuentra la persona. Esto suele generarse en la adolescencia y deja marcas que repercuten en la futura vida del paciente. También pueden existir factores familiares influyentes como la falta de autoestima generada por unos padres castigadores o duros. Complejos a partir de experiencias en la infancia, como abusos físicos o psicológicos que se proyectan en el complejo físico. Ansiedad generada por experiencias traumáticas que se han desplazado a la parte física. Problemas de fobia social o evitación a partir de inseguridades internas que han tomado otras formas. Presión social por el aspecto físico, padres muy estrictos y perfeccionistas, auto presión por la perfección a partir de otras faltas existenciales, etc.
Es importante explorar con el paciente que es lo que está atrás de la insatisfacción exagerada con su cuerpo que no es más que el reflejo de algo más profundo. Temas de anorexia y bulimia también van relacionados con dismorfofobia (fobia a la fealdad).
Dado que las preocupaciones de estos pacientes con el trastornos dismórfico corporal están relacionadas con el aspecto físico, una de las aparentes soluciones es ir donde el cirujano plástico. Sin embargo los sujetos no se benefician de la cirugía plástica, tienden a regresar para nuevas intervenciones y en algunos casos presentan demandas por negligencia. (Barlow/ Durand 2001). Muchos de ellos después de recibir los tratamientos estéticos se sienten aún más feos y culpan al médico ya que su insatisfacción proviene de un malestar psicológico. No importa cuantas cirugías se hagan, este tipo de pacientes, siguen buscando defectos corporales, por lo que requieren terapia psicológica. Es muy importante que los cirujanos plásticos descarten a estos pacientes con la colaboración de los psicólogos para prevenir los problemas que se generarán en el proceso ya que lo que se requiere principalmente es trabajar con la psique del paciente. Hollander describe el caso de un paciente que se hizo 4 rinoplastias y después se empezó a preocupar por el grosor de su pelo y la caída de sus hombros.
Cabe mencionar que estos pacientes tienen un alto índice de intentos o ideas suicidas. Según la revista americana de psiquiatría se examinaron a 185 sujetos durante 4 años con TDC. Los resultados mostraron que la idea suicida fue reportada en el 57.8% de los sujetos por año, y un promedio de 2.6% fueron intentos de suicidio también por año.
Dos sujetos (0.3% por año) completaron el suicidio. Por lo tanto son sujetos con los que hay que tener un seguimiento y el cuidado necesario por parte de médicos y psicólogos. El alto índice relacional con el suicidio refleja la gravedad de los pacientes y la necesidad de un manejo adecuado con los mismos.
La terapia cognitiva-conductual ha mostrado interesantes resultados al usar la exposición sistemáticas al medio evadido. También la revaloración del pensamiento de los pacientes es otra herramienta básica. Para encontrar las causas profundas de la insatisfacción del paciente la terapia constructivista ayudará a replantear creencias rígidas con otras más flexibles que le permitan ver la realidad desde una perspectiva menos radical y amenazante. Terapias sistémicas también son considerables para ver si el síntoma del paciente cumple alguna función dentro de la familia. Como se mencionó anteriormente las causas pueden variar por lo que las terapias también dependerán de lo que sienta el paciente y de sus motivaciones internas.
Es interesante mencionar el tema cultural como influencia a este tipo de trastornos, la excesiva preocupación por el físico de la época contemporánea han incrementado este tipo de casos. Sin olvidarnos que a lo largo de los años ha existido una preocupación por la estética; recordemos la reducción de los pies femeninos en China, el uso de perforaciones en África, el uso de lunares y pelucas en la Europa Barroca y un sin número de casos. Está muy bien la preocupación estética siempre esta no caigan en extremos obsesivos y limitadores a causa de insatisfacciones de otra índole no resueltas.
Como conclusión; este trastorno debe ser conocido por parte de médicos, especialmente cirujanos plásticos, los cuales se encontrarán constantemente con este tipo de pacientes en el ejercicio de su profesión. Corriendo el riesgo de exponerse a afrontar los conflictos de los pacientes sin saber como manejarlos y posteriormente afrontando quejas y demandas infundadas. Por lo tanto el trato adecuado de los mismos y su tratamientos solucionará los contratiempos y contribuirá como profesionales del la salud a que las personas que acuden buscando ayuda se sientan mejor.
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Bibliografía:
- Barlow David, Durand Mark. Psicología Anormal. Editorial Thomson 2001. Madrid- España.
- http://ajp.psychiatryonline.org/index.dtl. Katharine A. Phillips, M.D. and William Menard, B.A. Suicidio y Trastorno Dismórfico corporal: Un estudio anticipado.