Autora: Ana Muñoz
Las personas con trastornos de este tipo presentan una serie de quejas y síntomas físicos pero las pruebas médicas realizadas no indican enfermedad orgánica alguna o, si hay alguna enfermedad, no puede explicar sus síntomas, ya que el origen de dichos síntomas es psicológico y suelen aparecer en periodos de estrés.
No obstante, hay que tener en cuenta que este tipo de trastornos puede presentarse también junto con alguna enfermedad física, de manera que algunos de sus síntomas sí tendrían una explicación médica. Por otra parte, el hecho de que los médicos no puedan explicar los síntomas no es suficiente para considerarlos de origen psicológico. Por este motivo, en la actualidad no se hace demasiado énfasis en el hecho de que los síntomas puedan o no explicarse médicamente sino que se tiene más en cuenta sus reacciones ante dichos síntomas; es decir, estas personas reaccionan ante ellos con pensamientos, sentimientos y conductas anormales.
No obstante, en el trastorno de conversión los síntomas sin explicación médica constituyen una clave importante del trastorno, ya que en estos casos sí es posible demostrar sin ninguna duda que los síntomas no están provocados por un mecanismo patofisiológico.
Muchas personas tienen a veces síntomas de este tipo sin que por ello padezcan un trastorno de síntomas somáticos. Para diagnosticar este trastorno es necesario que los síntomas sean lo bastante graves como para interferir en la vida de estas personas (relaciones, trabajo, etc) e impedirles funcionar con normalidad.
No es raro que las personas con trastornos de síntomas somáticos padezcan también otros trastornos, como trastornos de ansiedad y depresión.
Cuáles son las causas
Algunos autores piensan que ese trastorno se debe a un rechazo real o imaginado por parte de personas significativas. Las continuas quejas de dolor o síntomas físicos tendrían la función de obtener la atención de dichas personas y modificar su comportamiento, aunque esto se realiza de un modo inconsciente. Sin embargo, las quejas prolongadas infundadas suelen acabar suscitando más rechazo, el cual a su vez agravaría los síntomas.
Se ha hablado también de la posibilidad de que tengan una vulnerabilidad genética o biológica; por ejemplo, una mayor sensibilidad al dolor.
Otros autores destacan el componente de aprendizaje en este tipo de trastornos. Se ha visto que es más frecuente en personas cuyos padres o madres han padecido enfermedades físicas (o trastornos de síntomas somáticos) durante la niñez del paciente, sobre todo si obtenían algún beneficio de dichos síntomas. De este modo, siendo niños aprenden un modo de comportarse que consiste en utilizar los síntomas físicos para obtener atención, afecto, evitar situaciones estresantes, etc. De modo similar, las normas sociales que devalúan el sufrimiento psicológico mientras que consideran “legítimo” el sufrimiento por motivos médicos, pueden también ejercer una influencia, empujando a estas personas a expresar su sufrimiento emocional por medio de quejas somáticas.
El abuso físico y sexual en la infancia, así como una historia de secretos familiares suele ser también un antecedente de estos trastornos. En estos casos, suele darse una represión de las emociones (por ejemplo, cuando una familia niega la existencia de los abusos y nunca habla de ellos), de modo que los conflictos que no pueden expresarse emocionalmente acaban siendo expresados mediante síntomas físicos. A veces, es también un modo de pedir ayuda sin tener que hablar ni contar lo sucedido, como puede pasar en casos de abusos sexuales en la infancia.
En una investigación se comparó grupos de personas sin enfermedad orgánica (convulsiones no epilépticas y enfermedad del intestino irritable) con personas con síntomas similares procedentes de enfermedades físicas (epilepsia y enfermedad de Crohn). Los pacientes del primero grupo (con los dos tipos de síntomas) se asemejaban entre ellos en que recordaban más abusos físicos y sexuales que el otro grupo. También eran similares respecto a padecer más problemas emocionales y sociales y estar más orientados hacia la enfermedad que los dos grupos con enfermedades orgánicas.
Tipos de trastornos de síntomas somáticos
1. Trastorno de síntomas somáticos
Este trastorno se caracteriza por la presencia de síntomas físicos que causan angustia o dificultades significativas en la vida diaria del individuo. Los síntomas son reales para la persona que los experimenta, pero no tienen una explicación médica clara. Sin embargo, lo que distingue a este trastorno es la preocupación excesiva y la reacción desproporcionada ante estos síntomas. Síntomas típicos pueden ser dolor, cansancio, malestar gastrointestinal, entre otros, y varían de una persona a otra.
Las personas con este trastorno reaccionan ante sus síntomas con una gran preocupación, suelen interpretar los síntomas físicos de manera alarmante, temiendo enfermedades graves, lo que puede llevarlas a realizar numerosas consultas médicas, a menudo sin obtener respuestas definitivas.
Esta preocupación y malestar afecta su capacidad para funcionar en las actividades cotidianas, como en el trabajo o las relaciones personales. El tratamiento generalmente suele ser la terapia cognitivo conductual.
2. Trastorno de ansiedad por enfermedad (hipocondría)
El trastorno de ansiedad por enfermedad, antes llamado hipocondría, se caracteriza por una preocupación persistente e intensa de tener o desarrollar una enfermedad grave, incluso en ausencia de síntomas físicos significativos o de una evaluación médica que sugiera lo contrario.
Puede tener un miedo constante a contraer enfermedades graves como cáncer, enfermedades cardíacas o cualquier otra enfermedad potencialmente mortal. Este temor puede ser desproporcionado respecto a la cantidad de pruebas médicas que se hayan realizado.
Las personas con este trastorno suelen buscar repetidamente atención médica (visitas a hospitales, pruebas y diagnósticos) o, por el contrario, evitan el contacto con el sistema de salud debido a su miedo a recibir malas noticias.
La preocupación y la ansiedad deben estar presentes durante al menos 6 meses para realizar un diagnóstico y el tratamiento suele ser la terapia cognitivo conductual para ayudar a la persona a identificar y modificar sus pensamientos irracionales sobre la salud, además de medicación ansiolítica o antidepresiva en algunos casos.
3. Trastorno de conversión
El trastorno de conversión consiste en la presencia de síntomas neurológicos (como parálisis, pérdida de visión, convulsiones, etc.) que no tienen una base médica que los justifique. Es decir, los síntomas no se deben a una enfermedad neurológica identificable y, a menudo, están relacionados con factores psicológicos.
Los síntomas pueden incluir debilidad o parálisis en una parte del cuerpo, ceguera inexplicable, dificultades para hablar o tragar, convulsiones sin base médica, etc. Las personas suelen mostrar una pérdida de función física o sensorial.
Aunque los síntomas son físicos, generalmente están relacionados con el estrés, la ansiedad o experiencias emocionales traumáticas que la persona no puede expresar verbalmente, lo que se manifiesta en forma de síntomas físicos.
Es importante que el diagnóstico lo haga un médico que descarte cualquier causa orgánica antes de llegar a la conclusión de que se trata de un trastorno de conversión. El tratamiento suele ser multidisciplinario, con enfoque en la psicoterapia (por ejemplo, terapia cognitivo conductual) y la rehabilitación física, si es necesario.
4. Trastorno facticio
En este trastorno, una persona finge o induce síntomas físicos o psicológicos con el fin de asumir el rol de paciente, sin un motivo claro, como obtener atención o cuidados médicos. Actúa de esta manera de forma deliberada, a menudo sin una ganancia externa evidente (por ejemplo, dinero o drogas).
El trastorno facticio puede ser de dos tipos: impuesto a sí mismo, cuando una persona falsifica sus síntomas o los induce a propósito (como cortarse, envenenarse o simular enfermedades graves); o impuesto a otra persona, cuando una persona provoca síntomas a otra, como un niño, para que reciba atención médica (antes conocido como síndrome de Münchausen por poderes).
A diferencia de otros trastornos, como el trastorno de síntomas somáticos, la motivación aquí no es obtener una ganancia material, sino asumir el rol de enfermo para recibir atención y cuidados. Estas personas pueden hacer cosas como falsificar historias médicas, alterar los resultados de pruebas o incluso autolesionarse para que sus síntomas se tomen en serio.
Este trastorno puede ser muy difícil de tratar y el enfoque terapéutico se centra en la psicoterapia, abordando las causas subyacentes del comportamiento, que a menudo están relacionadas con un deseo de obtener atención y cuidados o, en algunos casos, con traumas previos.
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