Autora: Joseph M. Carver, psicólogo www.mental-health-matters.com
La gente a menudo se sorprende de sus propias condiciones y reacciones psicológicas. Las personas con depresión a menudo se asombran cuando recuerdan que han pensado en matarse. Los pacientes que se recuperan de graves trastornos psiquiátricos se quedan atónitos al recordar sus síntomas y conductas durante el episodio. Un paciente con trastorno bipolar me dijo recientemente: "No puedo creer que pensara que puedo cambiar el tiempo mediante telepatía mental" Una reacción común es: "¡No puedo creer que yo hiciera eso!"
En la práctica clínica, algunas de las personas más sorprendidas son aquellas que se han visto envueltas en una relación abusiva y controladora. Cuando la relación termina, hacen comentarios como: "No sé por qué, pero quiero que vuelva" o "Se qué suena a locura, pero le echo de menos". Recientemente he escuchado: "No tiene sentido, él tiene una nueva novia y la está maltratando también... pero estoy celosa" Los amigos y familiares se quedan aún más sorprendidos cuando escuchan estos comentarios o son testigos del regreso de un ser querido a una relación abusiva. Mientras que la situación no tiene sentido desde un punto de vista social, ¿tiene sentido desde un punto de vista psicológico? La respuesta es sí.
El 23 de agosto de 1973, dos delincuentes armados con ametralladoras entraron en un banco de Estocolmo, Suecia. Blandiendo su arma, un hombre fugado de una prisión llamado Jan-Erik Olsson anunció a los aterrados empleados del banco que "La fiesta acaba de empezar". Los dos atracadores tomaron cuatro rehenes, tres mujeres y un hombre, durante las 131 horas siguientes. Los rehenes permanecieron atados con dinamita en una cámara acorazada del banco hasta que finalmente fueron rescatados el día 28 de agosto.
Tras su rescate, los rehenes mostraron una actitud impactante, si tenemos en cuenta que los habían amenazado, maltratado y temieron por sus vidas durante unos 5 días. En sus entrevistas en la prensa fue evidente que apoyaban a los secuestradores y temían a los agentes de la ley que fueron en su rescate. Los rehenes habían llegado a pensar que los secuestradores estaban en realidad protegiéndoles de la policía. Una mujer mantuvo después una relación con uno de los criminales y otra creó un fondo de defensa legal para ayudar con los gastos de la defensa. Evidentemente, los rehenes habían creado un vínculo emocional con sus secuestradores.
Mientras que el estado psicológico en situaciones de secuestro se conoce como el "síndrome de Estocolmo" debido a la publicidad, el vínculo emocional con los secuestradores es una historia familiar en psicología. Se había observado muchos años antes y se encontró en estudios de otros rehenes, prisioneros o situaciones abusivas como:
- Niños maltratados
- Mujeres maltratadas
- Prisioneros de guerra
- Miembros de sectas
- Víctimas de incesto
- Situaciones de secuestro criminal
- Prisioneros de campos de concentración
- Relaciones controladoras e intimidantes
El vínculo emocional con el maltratador
En un análisis final, el vínculo emocional con el maltratador es en realidad una estrategia de supervivencia para víctimas de abuso e intimidación. El síndrome de Estocolmo en situaciones de secuestro o abuso se conoce tan bien en estos tiempos, que los negociadores de la policía no lo ven ya como inusual. De hecho, a menudo se promueve porque aumenta las oportunidades de supervivencia de los rehenes. Por otro lado, implica que los rehenes que experimentan un síndrome de Estocolmo no cooperarán demasiado en el rescate o proceso judicial. El personal policial ha reconocido desde hace tiempo este síndrome en mujeres maltratadas que se niegan a presentar cargos, pagan las fianzas de sus maridos o novios e incluso atacan físicamente a los agentes de policía cuando llegan para rescatarlas de un ataque violento.
El síndrome de Estocolmo puede también encontrarse en relaciones familiares, románticas o interpersonales. El maltratador puede ser un marido o esposa, novia o novio, padre o madre y cualquier otro rol en el que el maltratador esté en una posición de control o autoridad.
Es importante entender los componentes del síndrome de Estocolmo relacionados con las relaciones abusivas y controladoras. Una vez que el síndrome se comprende, es más fácil entender por qué las víctimas apoyan, aman o incluso defienden a sus maltratadores.
Cada síndrome consta de síntomas y conductas y el síndrome de Estocolmo no es una excepción. Mientras que no se ha establecido una lista definida debido a la variedad de opiniones entre los investigadores y expertos, varios de estos rasgos estarán presentes:
- Sentimientos positivos de la víctima hacia el abusador/controlador
- Sentimientos negativos de la víctima hacia familiares, amigos, o autoridades que tratan de rescatarlos o apoyarlos en su liberación
- Apoyo a las conductas y sentimientos del abusador
- Sentimientos positivos del abusador hacia la víctima
- Conductas de apoyo de la víctima, a veces ayudando al abusador
- Incapacidad para llevar a cabo comportamientos que podrían ayudarla en su liberación o desapego
El síndrome de Estocolmo no ocurre en cada situación de secuestro o abuso. En otro atraco a un banco con rehenes, tras aterrorizar a empleados y jefes durante horas, un francotirador de la policía disparó e hirió al atracador. Después de caer al suelo, dos mujeres lo levantaron y lo llevaron a la ventana para que le disparan de nuevo. Como puede verse, están implicados factores como el tiempo expuesto al abuso/control y otros.
Se ha visto que cuatro situaciones o condiciones están presentes y sirven como base del desarrollo del síndrome de Estocolmo. Estas cuatro situaciones pueden encontrarse en casos de secuestro, abuso severo y relaciones abusivas:
- La percepción de una amenaza a la supervivencia física o psicológica y la creencia de que el abusador llevará a cabo la amenaza.
- La percepción de cierta amabilidad del abusador hacia la víctima.
- Ausencia de un punto de vista diferente al del abusador.
- La percepción de la incapacidad de escapar de la situación.
Al considerar cada situación, podemos entender cómo el síndrome de Estocolmo se desarrolla en las relaciones románticas así como en situaciones de secuestro. Veamos cada una de las situaciones.
La percepción de una amenaza a la supervivencia física o psicológica
La percepción de una amenaza puede formarse por métodos directos, indirectos o de testigos. Las personas antisociales o criminales pueden amenazar tu vida o la de amigos y familiares directamente. Sus antecedentes de violencia nos hacen pensar que el secuestrador/controlador puede llevar a cabo su amenaza de manera directa si no cumplimos sus exigencias. El abusador nos asegura que sólo nuestra cooperación mantendrá a salvo a nuestros seres queridos.
Indirectamente, el abusador/controlador amenaza sutilmente con que nunca podrás dejarlo ni tener otras parejas, recordándote que en el pasado hay gente que lo ha pagado caro por no atenerse a sus deseos. A menudo hace insinuaciones como: "Conozco gente que puede hacer que otros desaparezcan". Las amenazas indirectas proceden también de las historias que cuenta: cómo se vengó de aquellos que lo han hecho enfadar en el pasado. Estas historias de venganza las cuenta para que la víctima sepa que la venganza es posible si se marcha.
Ser testigo de violencia o amenaza supone también una amenaza percibida. Ser testigo de un estallido violento dirigido a un televisor, a otras personas en la carretera o una tercera persona nos envían el mensaje de que podemos ser el siguiente objetivo de un acto violento.
La percepción de "un pequeño gesto amabilidad"
En situaciones de amenaza y supervivencia, buscamos evidencias de esperanza, un pequeño signo de que la situación puede mejorar. Cuando el abusador/controlador muestra a la víctima cierto grado de amabilidad, la víctima lo interpreta como un rasgo positivo del secuestrador. En situaciones de secuestro criminal o de guerra, a menudo es suficiente con dejar a la víctima vivir. Conductas nimias como dejarlos que vayan al lavabo o proporcionarles agua y alimentos son suficientes para fortalecer el síndrome de Estocolmo en los rehenes.
En las relaciones de pareja con abusadores, una tarjeta de cumpleaños, un regalo (generalmente tras un periodo de abuso) o un trato especial se interpreta no sólo como algo positivo, sino como una evidencia de que el abusador no es tan malo y puede corregir su conducta en algún momento. Los abusadores y controladores a veces son vistos de manera positiva por no abusar de su pareja en ciertas situaciones en que suele abusar verbal o físicamente de ella. Una pareja agresiva y celosa puede mostrase intimidante y abusiva en ciertas situaciones sociales, como cuando un compañero de trabajo del sexo opuesto hace un gesto de saludo entre la multitud. Tras ver el saludo, la víctima espera el abuso verbal y cuando no sucede, interpreta de manera positiva ese "pequeño gesto de amabilidad".
Algo similar sucede con la percepción del "lado blando". A lo largo de la relación, el abusador/maltratador puede compartir información acerca de su pasado: cómo lo maltrataron, abandonaron o abusaron de él o ella. La víctima empieza a pensar que el abusador puede ser capaz de corregir su conducta o, aún peor, ver al abusador como una víctima. Puede desarrollar compasión hacia el abusador y a menudo escuchamos a la víctima con síndrome de Estocolmo defender a su secuestrador ("Ya sé que me rompió la mandíbula y las costillas, pero tiene problemas. tuvo una infancia terrible"). Los maltratadores pueden admitir que necesitan ayuda psiquiátrica o reconocer que están mentalmente perturbados. Sin embargo, casi siempre sucede después de haber abusado o intimidado a la víctima. Este reconocimiento es un modo de negar la responsabilidad por el abuso. En realidad, los criminales y personas con trastornos de personalidad han aprendido a través de los años que pueden minimizar la responsabilidad personal por sus conductas abusivas o violentas si echan la culpa a su mala crianza, abuso en la infancia y, ahora, los videojuegos. Un asesino culpo a la "comida basura" de su comportamiento. Aunque puede ser cierto que el abusador/controlador tuviera una infancia difícil, mostrar compasión por su historia no produce cambios en su conducta y, de hecho, prolonga el intervalo de tiempo en que serás víctima de abusos. Aunque las historias tristes siempre están incluidas entre sus disculpas (tras el maltrato) su comportamiento nunca cambia. Ten en cuenta que una vez que dejen de ablandarte sus historias tristes buscará otro método.
Ausencia de otra perspectiva diferente a la del abusador
En las relaciones de abuso y control, las víctimas tienen la sensación de andar siempre "con pies de plomo", temerosas de decir o hacer algo que pudiera dar lugar a un estallido de violencia. Para sobrevivir, comienzan a ver el mundo desde la perspectiva del abusador. Empiezan a arreglar las cosas que podrían dar lugar a un estallido, actúan de modos que saben que agradarán al abusador o evitan aspectos de sus propias vidas que podrían causar un problema. Si sólo tenemos una moneda en el bolsillo, entonces la mayoría de nuestras decisiones se convierten en decisiones financieras. Si nuestra pareja es un abusador o controlador, entonces la mayoría de nuestras acciones están basadas en nuestra percepción de la posible reacción del abusador. Empezamos a centrarnos en las necesidades, deseos y hábitos del abusador/controlador.
La adopción del punto de vista del abusador puede ser tan intensa que la víctima siente rabia hacia aquellos que intentan ayudarla. El abusador ya estaba enfadado y resentido con cualquiera que pudiera proporcionar apoyo a la víctima, y por lo general utiliza múltiples métodos y manipulación para aislar a la víctima de los demás. Cualquier contacto que la víctima tenga con personas que la apoyan es recibido con acusaciones, amenazas o estallidos violentos. Entonces las víctimas se alejan de sus familias, temiendo que el contacto familiar pueda provocar abuso adicional y violencia en la casa. En este punto, las víctimas reniegan de sus padres y amigos, diciéndoles que no llamen y dejen de interferir y rompen la comunicación con otros. De acuerdo con el abusador/controlador, empieza a verlos como personas que causan problemas y hay que evitar. Muchas víctimas amenazan con denunciar a sus familias y amistades si continúan "interfiriendo" o tratan de ayudar a la víctima en su situación. Si una llamada casual de su madre da lugar a un estallido temperamental de dos horas de duración con amenazas y acusaciones, la víctima se da cuenta de que es más seguro si su madre deja de llamar. Si simplemente decirle que deje de llamar no es suficiente, la víctima puede, por su propia seguridad, acusarla de intentar arruinar la relación y exigir que no llame más.
En casos severos de síndrome de Estocolmo en la relación, la víctima puede tener problemas para dejar al abusador y puede pensar que la situación abusiva es culpa suya. Durante intervenciones policiales, la víctima puede pensar que la detención de su pareja por abuso físico es culpa de ella. Algunas mujeres permiten que los servicios sociales se lleven a sus hijos antes que romper la relación con su maltratador. Dado que adoptan la perspectiva del abusador, los niños cometieron un error: se quejaron de la situación, llamaron la atención de las autoridades y pusieron en peligro la relación de los adultos. Por desgracia, los niños llegan a convertirse en una amenaza para la seguridad de la víctima. Para quienes padecen el síndrome de Estocolmo, permitir que se lleven a los niños de la casa disminuye su estrés y proporciona un ambiente más sano emocional y físicamente para los niños.
Percepción de una incapacidad para escapar
En el caso de un rehén de un atraco a un banco, amenazado por delincuentes armados, es fácil entender que perciba una incapacidad de escapar. En las relaciones de pareja, la creencia de que no se puede escapar es también común. Muchas relaciones de abuso y control consideran que el vínculo debe existir hasta que la muerte los separe, atados juntos por temas mutuos financieros, mutuo conocimiento íntimo o situaciones legales. Las siguientes son algunas situaciones comunes:
Las parejas controladoras han contraído deudas hasta un punto en que ninguno de los dos puede sobrevivir por sí mismo. Los controladores que sospechan que su pareja puede marcharse, a menudo compran un nuevo automóvil, alegando después que no pueden pagar una pensión alimenticia debido a sus facturas.
La ruptura legal de una relación, especialmente una matrimonio, a menudo da lugar a problemas importantes. Un controlador que gane dinero negro o se mantenga gracias a negocios no muy legales corre el riesgo de que sus fuentes de ingreso se ven investigadas o se hagan públicas durante el divorcio. En estos casos, el abusador se vuelve más ansioso por la posibilidad de exposición pública de sus negocios que por la pérdida de la relación.
Los controladores a menudo recurren a amenazas extremas, como llevarse a los niños fuera de la ciudad, dejar su trabajo antes que pagar la pensión, exposición pública de temas personales de la víctima o asegurar a la víctima que nunca podrá vivir tranquila debido a su continuo acoso. En casos graves, el controlador puede amenazar con llevar a cabo una acción que impida a la víctima mantenerse, como "haré que pierdas tu trabajo" o "quemaré tu coche".
A menudo los controladores mantienen a la víctima en la relación por medio de la culpa (amenazando con suicidarse si la víctima se marcha). La víctima puede sentirse quemada y demasiado deprimida para marcharse. Adicionalmente, los abusadores y controladores a menudo crean una dependencia mediante el control de los ingresos, poniendo los vehículos y casas a su nombre y eliminando cualquier recurso que la víctima pueda utilizar para marcharse. En mi práctica clínica he escuchado a veces: "Me marcharía, pero ni siquiera puedo sacar dinero de la cuenta. No conozco las claves".
En adolescentes y adultos jóvenes, las víctimas pueden sentirse atraídas por una persona controladora si se consideran inexpertos, inseguros o abrumados por cambios en sus vidas. Cuando los padres atraviesan un divorcio, los adolescente puede mantener una relación con un individuo controlador que les promete ayudarles a sobrevivir lejos de casa.
En las relaciones malsanas y, sobre todo, en el síndrome de Estocolmo, existe una preocupación diaria con los "problemas". Un problema es cualquier persona, grupo, situación, comentario, mirada casual o comida fría que pudiera producir un estallido emocional o abuso verbal por parte del controlador o abusador. Para sobrevivir, hay que evitar los problemas a toda costa. La víctima debe controlar las situaciones que causan problemas. Eso puede incluir evitar familiares, amigos, compañeros de trabajo, y cualquiera que pueda crear un "problema" en la relación abusiva. La víctima no odia a los amigos o familiares; sólo está evitando problemas. La víctima también limpia la casa, calma a los niños, comprueba el correo, evita ciertos temas y anticipa cada tema del maltratador para evitar problemas. En estas situaciones, los niños ruidosos son un problema. Los seres queridos y amigos son una fuente de problemas para la víctima que está intentando evitar la agresión física o verbal.
El síndrome de Estocolmo en las relaciones no es infrecuente. Los agentes de la policía son dolorosamente conscientes de esta situación (las llamadas por disputas domésticas son llamadas de alto riesgo durante el trabajo). Cuando los llaman los vecinos durante un incidente de abuso, el maltratador se muestra pasivo al llegar la policía, mientras la pareja maltratada amenaza a los policías si su pareja es arrestada por violencia doméstica. En realidad, las víctimas saben que el maltratador se vengará si 1) promueven el arresto, 2) describen el abuso/pelea de modos que el abusador considera como traición, 3) no pagan sus fianzas lo antes posible, y 4) no se disculpan personalmente por la situación (como si fuera culpa suya).
El síndrome de Estocolmo produce un vínculo malsano con el controlador o abusador. Esa es la razón por la que muchas víctimas continúan apoyando al maltratador y se muestran compasivas con alguien que ha abusado de ellas psicológica y, en ocasiones, físicamente.
¿Hay alguien más implicado?
En pocas palabras: ¡sí! A lo largo de la historia, la gente ha apoyado y participado en situaciones que van de abusivas a bizarras. Al empujar a otros a participar en dichas situaciones, está claro que han desarrollado sentimientos y actitudes que apoyan su participación. Un modo en que estos sentimientos y actitudes se desarrollan recibe el nombre de "disonancia cognitiva".
La disonancia cognitiva explica cómo y por qué las personas cambian sus ideas y opiniones para apoyar situaciones que no son sanas, positivas y normales. Según esta teoría, las personas tratan de reducir la información u opiniones que les hacen sentir incómodos. Cuando tenemos dos grupos de cogniciones (conocimientos, opiniones, información de otros, etc.) que son opuestas, la situación se vuelve emocionalmente incómoda. Incluso aunque podamos encontrarnos en una situación absurda o difícil, pocos quieren admitir ese hecho. Por el contrario, tratamos de reducir la disonancia (el hecho de que nuestras cogniciones no encajan, no están de acuerdo o no tiene sentido cuando se combinan). La disonancia cognitiva puede reducirse añadiendo nuevas cogniciones (añadiendo nuevos pensamientos y actitudes). Algunos ejemplos:
Los fumadores saben que fumar produce cáncer de pulmón y supone un riesgo para la salud. Para seguir fumando, el fumador cambia sus cogniciones: 1) ahora fumo menos que hace 10 años, 2) estoy fumando cigarrillos bajos en alquitrán, 3) esas estadísticas están hechas por la conspiración de la industria del cáncer, 4) de algo hay que morirse. Estas nuevas cogniciones/actitudes les permiten seguir fumando y culpar a los restaurantes por ser injustos.
Compras un vehículo por 40.000 dólares que gasta una gran cantidad de combustible. Justificas el gasto con: 1) es perfecto para viajar (sólo haces un viaje al año), 2) puedo usarlo para transportar cosas (una mesa de café en 12 meses), 3) puedes llevar mucha gente en él (el 95% de las veces vas solo).
Tu marido o novio se vuelve abusivo. No puedes dejarlo debido al dinero, niños u otros factores. Debido a la disonancia cognitiva, puedes empezar a pensar: 1) en realidad sólo me golpea con la palma de la mano, 2) ha tenido demasiado estrés en el trabajo.
Leon Festinger creó la expresión "disonancia cognitiva". Había observado una secta (1956) en la que los miembros dejaban sus casas, ingresos y empleos para trabajar para la secta. Esta secta creía en mensajes procedentes del espacio exterior que predecían el día en que el mundo acabaría debido a una inundación. Como miembros de la secta, creían que podrían salvarse si escapaban en naves espaciales en la fecha señalada. Conforme se reunían y esperaban ser rescatados por los ovnis, la hora del fin del mundo llegó y pasó. Ni inundaciones ni platillos volantes. En vez de creer que los habían engañado, tras toda su implicación emocional y financiera decidieron pensar que sus creencias habían salvado al mundo y continuaron manteniéndolas después del fracaso de la profecía. La moraleja: cuando más inviertas (dinero, trabajo, casa, tiempo, esfuerzo, etc.) con más fuerza necesitarás justificar tu posición. Si invertimos 5 dólares en un billete de lotería, justificas su pérdida con un "ya ganaré la próxima vez". Si inviertes todo lo que tienes, hace falta una creencia casi irracional y una actitud inusual para apoyar y justificar esa inversión.
Los estudios indican que somos más leales y comprometidos con algo que es difícil, incómodo e incluso humillante. Los rituales de iniciación de fraternidades universitarias, marines, etc., producen individuos leales y comprometidos. Casi cualquier experiencia dura crea un vínculo. Cada pareja, no importa lo poco que encajen, se enamoran en el cine después ser atacados por terroristas, acosados por asesinos, quedarse atrapados en una isla o ser secuestrados por extraterrestres. La inversión y la dura experiencia son los ingredientes de un vínculo intenso, incluso si ese vínculo es malsano. Nadie se enamora por ser miembros de un club automovilístico o musical. Pero si están luchando por sobrevivir en una isla desierta... !Seguro que sí!
Las relaciones abusivas producen una gran cantidad de inversión malsana por ambas partes. En muchos casos tendemos a permanecer y apoyar la relación abusiva debido a nuestra inversión en ella. Varios tipos de inversiones nos mantienen en una relación inadecuada:
- Inversión emocional. Hemos invertido tantas emociones: hemos llorado tanto, nos hemos preocupado tanto, que creemos que tenemos que seguir hasta el final.
- Inversión social. ¡Tenemos nuestro orgullo! Para evitar la humillación social y situaciones sociales desagradables continuamos con la relación.
- Inversión familiar. Si hay niños en la relación, las decisiones relacionadas con la relación se ven empañadas por la situación y necesidades de los niños.
- Inversión económica. En muchos casos, la pareja controladora y abusiva ha creado una situación financiera compleja. Muchas víctimas permanecen en la mala relación esperando una mejoría económica que hiciese su marcha más fácil.
- Inversión en el estilo de vida. Muchas parejas controladoras o abusivas utilizan el dinero o estilo de vida como inversión. Las víctimas en esta situación no quieren perder ese estilo de vida.
- Inversión de intimidad. A menudo invertimos intimidad emocional y sexual. Algunas víctimas han vivido una destrucción de su autoestima emocional o sexual en la relación malsana. La pareja abusiva puede amenazar con extender rumores o contar detalles íntimos o secretos. Un tipo de chantaje que utiliza la intimidad se encuentra a menudo en estas situaciones.
En muchos casos, no son sólo nuestros sentimientos por una persona los que nos mantienen en una mala relación, sino la cantidad de inversiones. Las relaciones son complejas y a menudo vemos sólo la punta del iceberg. Por este motivo, la frase más común que utiliza la víctima para defender su relación es "tú no lo entiendes".
Combinar dos situaciones malsanas
La combinación del síndrome de Estocolmo y la disonancia cognitiva da lugar a una víctima que no sólo cree que la relación es aceptable sino también que la necesita desesperadamente para su supervivencia.
La víctima piensa que se vendrá abajo psicológicamente si la relación termina. En relaciones largas, la víctima ha invertido todo en ella. Ahora la relación decide su nivel de autoestima, valía personal y salud emocional.
Por las razones descritas, la víctima piensa que familiares y amigos son una amenaza para la relación y , finalmente, para su salud personal y su existencia. Cuanto más protesten los familiares y amigos por la naturaleza abusiva de la relación, más desarrollará la víctima una disonancia cognitiva y se pondrá a la defensiva. En este punto, familiares y amigos se vuelven víctimas del individuo maltratador.
Es importante destacar que tanto el síndrome de Estocolmo como la disonancia cognitiva se desarrollan de un modo involuntario. La víctima no inventa esto a propósito. Ambos se desarrollan como un intento de existir y sobrevivir en un ambiente amenazante y controlador. A pesar de lo que podamos creer, nuestro ser querido no está en esa relación para irritarnos, avergonzarnos o llevarnos a la bebida. Lo que puede haber empezado como una relación normal, se ha convertido en una relación abusiva. Están intentando sobrevivir. Su personalidad está desarrollando los sentimientos y pensamientos necesarios para sobrevivir y disminuir el ataque emocional y físico.
Todos nosotros hemos desarrollado actitudes y emociones que nos ayudan a aceptar y sobrevivir en ciertas situaciones. Tenemos esas actitudes y emociones acerca de nuestros trabajos, comunidad y otras áreas de la vida. Cómo hemos visto a lo largo de la historia, cuanto más disfuncional sea la situación, más disfuncional es nuestra adaptación a ella para sobrevivir. La víctima se implica en un intento por sobrevivir y hacer que la relación funcione. Una vez que llega a la conclusión de que no funciona y no puede arreglarse, necesitará nuestro apoyo mientras pacientemente esperamos que tome la decisión de volver a un estilo de vida sano y positivo.
Familiares y amigos de la víctima
Cuando la familia se encuentra con un ser querido envuelto en una relación con una persona abusiva, la situación se vuelve emocionalmente dolorosa y socialmente difícil para la familia.
Probablemente la víctima ha tenido que elegir entre la relación o la familia. Esta elección es más difícil debido al control e intimidación que se encuentra a menudo presente en una relación de este tipo. Sabiendo que elegir la familia puede tener graves consecuencias personales y sociales, la familia siempre queda en segundo lugar. Ten en cuenta que la víctima sabe en su interior que la familia siempre la querrá y aceptará su regreso cuando suceda.
Recuerda que cuanto más presiones a la víctima del abusador, más probarás su punto de vista. Le dirá que su familia está tratando de arruinar su maravillosa relación. Utilizará la presión en forma de contacto, comentarios y comunicaciones, como una evidencia contra ti. Una invitación a una fiesta se encuentra con un: "!Ya lo verás! Sólo quieren que vuelvas con ellos, así que pueden decirte cosas desagradables de mí".
Tus contactos con tu ser querido pueden ser recibidos con rabia y resentimiento. Esto es debido a que cada contacto puede hacer que el abusador le ataque verbal o emocionalmente. Imagina que te dan un sermón de cuatro horas cada vez que te llama tu tía Gladys. Al final, te enfadarás cada vez que llame, sabiendo lo que el contacto originará en tu casa. Cuanto más larga la llama, más largo el sermón. Así pues, cuando llame tu tía querrás librarte de la llamada lo antes posible.
Insistir demasiado produce más presión. Es mejor establecer citas predecibles y acordadas cuando la víctima esté fuera de la casa. Llamar cada miércoles por la tarde, sólo para ver cómo van las cosas es menos amenazante que llamadas al azar durante la semana. Las llamadas al azar suelen verse como controladoras. Si te encuentras con un contestador deja un mensaje amable y cariñoso. Nunca discutas sobre la relación (el abusador puede estar escuchando) a no ser que la víctima saque el tema. El objetivo de estas llamadas concertadas es mantener el contacto, recordarle que estarás siempre ahí para ayudar y recordar al controlador tranquilamente que la familiar está cerca y no ha desaparecido.
Intenta mantener contactos tradicionales y especiales con tu ser querido (fiestas, ocasiones especiales, etc.). Haz los contactos breves, sin comentarios que puedan ser utilizados como evidencias. Los contactos hechos en fechas tradicionales (fiestas, cumpleaños, aniversarios, etc.) no resultan tan amenazantes para el abusador. Los contactos que proporcionan información pero no hacen preguntas tampoco resultan amenazantes. Un ejemplo puede ser una simple tarjeta que dice. "Es solo para que sepas que tu hermano consiguió un nuevo trabajo esta semana. Podrás verlo en un Wal-Mart cualquier día de estos, con cariño, tus padres". Esto permite a la víctima saber que su familia está ahí por si los necesita. Además, reducen las discusiones o estallidos del abusador debido a que los contactos se hacen de un modo tradicional y esperado. Es difícil enfadarse por el nuevo trabajo del hermano sin parecer ridículo. Tampoco inventes fiestas ni envíes una nota recordando que es el cumpleaños de Sigmund Freud. Eso sería sospechoso, incluso en mi familia.
Recuerda que hay muchos canales de comunicación. Es importante que mantengamos un canal abierto si es posible. Estos canales incluyen llamadas telefónicas, cartas, tarjetas y e-mail. Si es posible, puede ser útil concertar una cita para salir o ir de compras una vez al mes. Recuerda que el objetivo es el contacto, no hacer presión.
No pienses que el comportamiento de la víctima está en contra de la familia o amistades. Puede ser un modo de sobrevivir o de disminuir el estrés. Las víctimas pueden oponer mucha resistencia, enfadarse o volverse hostiles debido a la complejidad de su relación con el abusador. Pueden maldecir, amenazar o acusar a sus seres queridos y amigos. Esta reacción hostil defensiva es en realidad un mecanismo de autoprotección (un intento de evitar problemas).
Las víctimas necesitan saber que no serán rechazadas debido a su conducta. Ten en cuenta que son dolorosamente conscientes de su situación. Saben que están siendo maltratadas o controladas por su pareja. Recordarles esto con frecuencia sólo hará que quieran verte menos. Solemos evitar a las personas que nos recuerdan cosas o situaciones que son emocionalmente dolorosas.
Las víctimas pueden abrir lentamente una puerta y proporcionar información acerca de su relación o insinuar que están pensando en marcharse. Cuando esa puerta se abra, ¡no irrumpas dentro con el cuerpo de Marines tras de ti! Escucha y ofrece apoyo, como "Sabes que tu familia te apoyará en cualquier decisión que tomes en cualquier momento". Pueden estar explorando que apoyo hay disponible, pero pueden no estar preparadas todavía para hacerlo. Muchas víctimas utilizan un "plan de salida" que puede llevar meses o incluso años completar. En este punto pueden estar sólo reuniendo información.
Cada situación es diferente. La familia puede necesitar buscar asesoramiento en su comunidad. Una consulta con un profesional de la salud mental o abogado puede ser útil si la situación se vuelve legalmente complicada o si existe un peligro significativo de daño.
Como parientes o amigos de una persona envuelta en una relación abusiva, nuestra reacción normal es actuar de manera intensa. Nos enfadamos, resentimos o volvemos agresivos a veces. Nuestra mente se llena de una gran variedad de planes que van desde el rescate o secuestro hasta emboscar al abusador con un bate. Pero cualquier agresión contra el abusador dará lugar a dificultades adicionales para la víctima. Intenta mantener la calma y espera una oportunidad para mostrar tu amor y apoyo cuando lo necesite.
En algunos casos, como en adolescentes o adultos jóvenes, la familia puede proporcionar algún apoyo financiero o de otro tipo. Cuando recibimos respuestas airadas a nuestras llamadas de teléfono, nuestra rabia y resentimiento nos dice que dejemos de ayudarle. He escuchado: "Si ella sigue saliendo con ese imbécil, no será en un coche que estoy pagando yo" y "Si prefiere a esa mujer antes que a su familia, ya puede salir de la universidad y ponerse a vender hamburguesas". Retirar la ayuda financiera sólo hace que sea más dependiente del abusador. Recuerda que si nos mostramos agresivos mediante amenazas, retirando la ayuda o presionando, nosotros nos convertimos en la amenaza, no el abusador/controlador. Por desgracia, cuanto más dura sea su experiencia, más intenso será su vínculo.
Si un ser querido mantiene una relación con un abusador, es difícil determinar el resultado a largo plazo. Si la relación se encuentra en la fase inicial, pueden terminar la relación por sí mismos. Si la relación ha continuado durante un año aproximadamente, pueden necesitar ayuda y un plan de salida antes de terminar la relación. El matrimonio y los hijos dificultan su salida de la situación. Cuando la víctima decide terminar la relación, es importante que vea a sus seres queridos como fuentes de apoyo, no como fuentes de presión, culpa o agresión.