Autora: Ana Muñoz
Desarrollo del alcoholismo
El primer episodio de intoxicación por alcohol suele producirse en la adolescencia. Después, empiezan a aparecer problemas relacionados con el alcohol que aún no pueden considerarse un trastorno por abuso de alcohol. Sobre los 20 años ya se ha desarrollado un trastorno leve (caracterizado por dos o tres de los síntomas del trastorno por uso de alcohol) que se va a gravando cada vez más con el paso del tiempo.
No obstante, el curso del trastorno es irregular, con periodos en los que dejan de beber seguidos de periodos de recaídas. No es raro que, tras una crisis o problema importante causado por el uso del alcohol, abandonen el alcohol durante un tiempo. Después, tienen periodos en los que beben de un modo más controlado y no problemático. Sin embargo, una vez que se reanuda el consumo de alcohol, son muy altas las probabilidades de que se consuma cada vez más cantidad de alcohol hasta que aparezcan de nuevo serios problemas.
Factores protectores
Cualquier persona, incluyendo los hijos de padres alcohólicos, tienen menos probabilidades de desarrollar alcoholismo si:
- Creen que pueden controlar su ambiente.
- Tienen buenas estrategias de afrontamiento ante los problemas y el estrés.
- Tienen familias altamente organizadas.
Las familias de alcohólicos bien organizadas, que conservan normas y rutinas diarias, como hacer que los niños se vayan a dormir a una determinada hora, celebran juntos las festividades, etc., tienen menos probabilidades de que sus hijos sean también alcohólicos.
Un estudio2 realizado con 12.000 estudiantes identificó a los niños que tenían menos probabilidades de asumir riesgos en cuatro áreas: abuso de sustancias, salud emocional, violencia y sexualidad. Se encontraron dos factores que protegían a los niños y hacían que asumieran menos riesgos: la conexión con los padres y la conexión con la escuela. Estos niños decían mantener una relación de cercanía emocional con su madre, padre o ambos, sentían que uno o ambos padres se preocupaban por ellos, expresaban satisfacción con su relación con uno o ambos padres y se sentían miembros queridos del grupo familiar. Los niños con una buena conexión con la escuela penaban que los profesores trataban a los alumnos de manera justa, decían sentirse cercanos a sus compañeros de clase y tenían una sensación de pertenencia a su escuela.
En general, los niños que tienen mayor apoyo emocional de sus padres afrontan mejor el estrés de la vida y sienten menos necesidad de recurrir al alcohol como modo de afrontarlo.
Factores que contribuyen al desarrollo del alcoholismo
Existen factores tanto genéticos como ambientales que pueden contribuir al desarrollo de un trastorno relacionado con el alcohol, tal como lo define el DSM-V.
En general, el alcoholismo tiene múltiples causas, incluidos factores sociales, genéticos y ambientales, y no todas las personas se ven afectadas del mismo modo por cada uno de estos factores. En algunas personas, rasgos de psicológicos como impulsividad, baja autoestima o necesidad de aprobación desencadenan un uso inapropiado del alcohol. Otros beben para reducir las emociones negativas. En otros es más intensa la presión de un grupo de amigos que recurre con frecuencia al alcohol y las drogas.
Factores ambientales
Las actitudes de la sociedad en general y de las personas más cercanas a nosotros, ejercen una influencia importante en nuestro modo de percibir el alcohol y su uso, así como la cantidad de alcohol ingerida que se considera aceptable o la frecuencia de su consumo. Asociarse con personas que toman alcohol con frecuencia puede aumentar el propio consumo.
La pobreza y el abuso físico o sexual también aumentan las probabilidades de desarrollar una dependencia del alcohol.
Factores genéticos y fisiológicos
Entre el 40 y el 50 % del riesgo de padecer una dependencia del alcohol procede de factores genéticos. Es decir, si una persona tiene padres u otros familiares alcohólicos puede heredar una predisposición genética a desarrollar alcoholismo. Por supuesto, el hecho de que una persona herede este riesgo no significa que vaya a convertirse al alcohólica pero sí significa que tiene más probabilidades de llegar a serlo si abusa del alcohol.
La dependencia del alcohol y la de otras drogas suelen darse juntas a menudo y los estudios sugieren que ambos trastornos están, al menos en parte, influidos por factores genéticos.
Los genes implicados pueden ser diversos y estar relacionados con el metabolismo del alcohol y con la transmisión nerviosa y la modulación de la actividad de las neuronas (por ejemplo, neurotransmisores implicados en los sistemas cannabinoide y opioide endógenos).
Hay que tener en cuenta que la mayoría de los hijos de alcohólicos no desarrollan alcoholismo. De hecho, hay una gran variabilidad entre los hijos de los alcohólicos en cuanto a su uso del alcohol.
Por tanto, hace falta algo más que tener una predisposición genética, y aquí es donde entran en juego los factores psicológicos, que pueden contribuir tanto al desarrollo del trastorno como a su superación.
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