Autora: Ana Muñoz
El acoso sexual es un modo de violencia sexual contra las mujeres que, desgraciadamente, experimenta un altísimo porcentaje de mujeres en todo el mundo, incluyendo los países más desarrollados y avanzados.
Consiste en conductas con connotaciones sexuales que atentan contra los derechos fundamentales de las personas, como son el derecho a la intimidad, la dignidad y la igualdad y que es considerado ofensivo, intimidante o no deseado por la persona acosada. Se considera una forma de abuso sexual.
Conductas que constituyen acoso sexual
Acoso sexual físico. Se trata de ciertos actos físicos no deseados o solicitados por ella, como tocar, besar, abrazar, agarrar, pellizcar, invadir su espacio físico personal (por ejemplo, inclinarse demasiado hacia ella estando sentada ante su mesa de trabajo), arrinconarla, bloquearle el paso, frotarse contra su cuerpo, darle un masaje en el cuello u hombros no solicitado.
Acoso sexual no verbal. Se trata de gestos o expresiones faciales (como hacer el gesto o sonido de un beso), hacer gestos o movimientos sexuales con el cuerpo o las manos, clavarle la mirada de manera lasciva, silbidos al pasar, enviar emails, vídeos, notas, cartas o fotos con contenido sexual no deseado.
Acoso sexual verbal:
- Comentarios, piropos o bromas con contenido sexual.
- Invitaciones para salir inapropiadas o excesivamente insistentes.
- Preguntas ofensivas sobre su vida privada, preguntas sobre sus fantasías o preferencias sexuales.
- Comentarios con connotaciones sexuales sobre su aspecto físico o vestuario o valoraciones sobre su aspecto físico.
- Convertir una discusión (por ejemplo, sobre algún tema de trabajo) en un tema con contenido sexual.
- Contarle historias o chistes con contenido sexual sin su consentimiento.
- Extender mentiras o rumores sobre su vida sexual.
- Ofrecerle beneficios laborales a cambio de favores sexuales.
- Pedirle relaciones sexuales.
- Amenazarla si ella se niega a acceder a alguna insinuación sexual.
La forma de acoso que más experimentan las mujeres consiste en mirarlas de forma inapropiada o lasciva, toqueteos, abrazos o besos no deseados y abuso verbal en forma de comentarios ofensivos con contenido sexual.
Para la mayoría de las mujeres, el incidente de acoso sexual que más grave consideran es aquél que implica contacto no deseado (toqueteos, besos, abrazos). Suele ser realizado en la mayoría de los casos por un hombre desconocido y, en segundo lugar, por alguien de su ambiente de trabajo (un superior, compañero o cliente).
El aspecto subjetivo del acoso sexual
Ciertas conductas que podrían considerarse como un acoso sexual leve pueden ser percibidas de formas distintas por las mujeres, de manera que aquello que resulta ofensivo para una mujer (como que le silben al pasar) puede no se ofensivo para otra. No obstante, desde el momento en que algunas mujeres puedan considerar ofensivo un determinado comportamiento con connotación sexual, dicho comportamiento se convierte en acoso sexual y debería ser evitado en todo momento. Por ejemplo, dado que decir piropos por la calle a una desconocida resulta ofensivo para muchas mujeres, se considera acoso sexual y debería evitarse siempre (incluso aunque haya mujeres que no lo consideren ofensivo).
Las diferencias en cómo las mujeres definen lo que es acoso sexual pueden estar influenciadas por la cultura o país en que viven, actitudes de la sociedad en que se encuentra, así como la conciencia que una mujer tenga acerca de sus derechos. Las mujeres que no son del todo conscientes de sus derechos a la intimidad, la dignidad y la igualdad o de cómo ciertos comportamientos de los hombres atentan contra esos derechos y las sitúan en una posición de inferioridad, pueden aceptar y tolerar ciertos comportamientos que otras mujeres no tolerarían.
Los efectos del acoso sexual
Incluso aunque una mujer no perciba determinados comportamientos como ofensivos, los comportamientos con connotaciones sexuales de los hombres hacia ellas indican que no las consideran iguales, que las ven como objetos y que las sitúan en una posición de inferioridad con respecto a ellos. Es decir, cualquier comportamiento, por leve que sea, con una connotación sexual por parte de un hombre hacia una mujer, suele ir acompañado de (o provoca) una percepción negativa hacia esa mujer.
Por tanto, tolerar estos comportamientos, aunque sean leves, puede perjudicar a una mujer de diversos modos; por ejemplo, puede impedirle ascender en el trabajo o llevarla a cobrar menos (al ser percibida por sus jefes como inferior) o ser visto por los hombres como una señal de que pueden ir a más.
Las respuestas emocionales más típicas ante el acoso sexual son ira, vergüenza o enfado. Muchas mujeres dicen sentir también miedo como consecuencia del incidente.
El acoso sexual puede tener también efectos a largo plazo, que experimentan algo menos de la mitad de las mujeres. Entre estos efectos a largo plazo se encuentran la ansiedad, la sensación de vulnerabilidad y la pérdida de la confianza en sí misma.
¿Qué mujeres son más acosadas?
Las mujeres con mayores niveles educativos son víctimas de acoso sexual en mayor medida que aquellas con pocos estudios.
Esto puede ser debido a que las mujeres con un mayor nivel de estudios están menos dispuestas a tolerar ciertos comportamientos o a considerarlos apropiados, puesto que son más conscientes de sus derechos, de las conductas que son abusivas y de cómo puede perjudicarlas el hecho de tolerarlos. Las mujeres con un menor nivel educativo pueden no ser del todo conscientes de que ciertos comportamientos constituyen acoso sexual y son perjudiciales para ellas.
Las mujeres trabajadoras experimentan un mayor nivel de acoso que aquellas que no han tenido nunca un trabajo remunerado o que están desempleadas. Las mujeres que mayor acoso experimentan son aquellas con un estatus profesional más elevado, como supervisoras o profesionales.
Asimismo, las mujeres con empleos más precarios, que suelen trabajar sobre todo en el sector de servicios, son también víctimas de acoso con mayor frecuencia.
Las mujeres que trabajan en ambientes dominados por hombres tienen un mayor riesgo de ser acosadas que aquellas que trabajan en ambientes con una mayor igualdad de género.
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