Autora: Ana Muñoz


Todas las personas conocemos lo que es el miedo. Puede habernos sucedido algo que nos asustó o bien hemos podido sentir miedo al pensar en algo horrible que podría sucedernos a nosotros o a nuestros seres queridos. Después, la sensación de miedo se desvanece conforme pasa el peligro y con el tiempo puede que incluso olvidemos lo intensos y abrumadores que fueron esos sentimientos.

Sin embargo, la persona que tiene una fobia tiende a experimentar emociones incontrolables de miedo y pánico que pueden parecer irracionales a otras personas. Estas emociones resultan muy perturbadoras y, en ocasiones, pueden dominar la vida de esa persona.

Qué es una fobia

Existen diversos tipos de situaciones que encontramos en nuestras vidas que pueden despertar en nosotros emociones de miedo. Puede tratarse de algún tipo de amenaza a nuestra seguridad o bienestar o a la de personas importantes para nosotros. Nuestras reacciones a esa amenaza pueden ser perturbadoras pero resultan comprensibles. Puede tratarse de medidas que tomamos para asegurar nuestro bienestar o para tranquilizarnos y reducir nuestra sensación de alarma. Una vez que la amenaza desaparece, dejamos atrás nuestro miedo y seguimos con nuestras vidas de manera habitual. Pero experimentar un fobia es algo diferente. Lleva a algunas personas a sentir un miedo intenso ante situaciones o sucesos particulares que la mayoría de la gente no consideraría un motivo de preocupación o miedo. Si una persona padece una fobia, el miedo que siente le resulta incontrolable y le domina, empujándole a evitar la situación u objeto temido.

Para los demás, estos miedos pueden parecer absurdos y difíciles de entender. No obstante las fobias son bastante frecuentes y afectan a personas de todas las edades y de ambos sexos. Hay diversos tipos de fobias. Algunas son específicas, como el miedo a volar, a ciertos animales o insectos. Otras son más generales, como el miedo a situaciones en las que tiene que interactuar con otras personas (fobia social), el miedo a dejar la seguridad de su propio hogar (agorafobia), o el miedo a los espacios cerrados (claustrofobia). Cada persona experimentará su propia fobia una manera individual, aunque existen una serie de síntomas comunes.

Síntomas

  • Sentimientos de pánico o terror
  • Reconocen que el miedo es irracional y exagerado
  • Experimentan reacciones automáticas e incontrolables, que toman el control de los pensamientos de la persona.
  • Toman medidas extremas para evitar el objeto o situación temido

Tipos de fobia

1. Agorafobia

La agorafobia es el miedo a estar solo en cualquier lugar o situación donde sería difícil escapar o encontrar ayuda en caso de necesidad. La gente con agorafobia puede evitar atravesar puentes, calles muy concurridas, autobuses llenos de gente, etc. Algunas personas llegan incluso a no ser capaces de salir de sus casas, y si lo hacen, será solamente cuando estén acompañadas por un miembro de la familia o amigo, o bien sentirán un miedo muy intenso. Dos tercios de las personas con agorafobia son mujeres. Los síntomas aparecen generalmente entre el final de la adolescencia y la mitad de la tercera década de la vida. El inicio puede ser repentino o gradual. La mayoría de las personas con agorafobia desarrollan el trastorno después de sufrir uno o varios ataques espontáneos de pánico; es decir, sensaciones de terror intenso y abrumador acompañado por síntomas como sudoración, falta de aliento o desmayo. Estos ataques parecen ocurrir al azar y sin advertencia, impidiendo a una persona predecir qué situación desencadenará tal reacción.

La incapacidad de predecir los ataques del pánico llevan a estas personas a temer cualquier situación en la cual podría ocurrir un ataque. En consecuencia, evitan cualquier lugar o situación donde han ocurrido los ataques de pánico anteriores.

2. Fobia social

La persona con fobia social teme ser observada, rechazada o humillada mientras hace algo delante de otras personas. Se trata de actividades habituales como firmar un cheque o comer o beber delante de otros. La fobia social más frecuente es el miedo a hablar en público. Muchas personas tienen una forma generalizada de fobia social, en la cual temen y evitan numerosas interacciones interpersonales. Esto les dificulta ir a trabajar o a clase o mantener relaciones de cualquier tipo. Los fobias sociales suelen aparecer después de la pubertad y sin tratamiento pueden durar toda la vida.

3. Fobias simples

Se trata de fobias a objetos o situaciones específicos. La incapacidad causada por esta fobia puede ser severa si el objeto o la situación temido es común o de uso habitual. La fobia simple más común entre la población es la fobia a animales, particularmente perros, serpientes, insectos, y ratones. Otras fobias incluyen el miedo a los espacios cerrados (claustrofobia) y miedo a las alturas (acrofobia). La mayoría de las fobias simples se desarrollan durante niñez y suelen desaparecer con el tiempo. Las que persisten en la edad adulta no suelen desaparecer sin tratamiento.

Cualquier fobia que interfiera con la vida diaria y dé lugar a una incapacidad extrema debe tratarse. Con el tratamiento apropiado, la mayoría de los pacientes con fobias puede superar totalmente sus miedos y permanecer sin síntoma durante años o durante el resto de sus vidas. El tratamiento más eficaz suele ser la psicoterapia de tipo cognitivo (terapia cognitiva de Beck, terapia racional emotiva). A veces se utiliza medicación o una combinación de psicoterapia y medicación.