Autora: Ana Muñoz
Aunque son muchas las personas homosexuales que viven su homosexualidad de una manera libre y sin problemas, también son todavía numerosas aquellas que encuentran muy difícil ser gay o lesbiana en un mundo predominantemente heterosexual.
Algunas de estas personas tienen problemas de autoaceptación: piensan que ser homosexual es una especie de maldición, se sienten culpables o avergonzadas e incluso pueden llegar a mantener relaciones con personas del otro sexo tratando de negar ante sí mismas y ante los demás sus verdaderos sentimientos. Este autorrechazo o negación (o ambas cosas) traerá consigo una serie de problemas de tipo psicológico, principalmente depresión y una gran insatisfacción con su vida, junto a una sensación de falsedad, de no estar siendo ellos mismos o de estar engañando a sus amistades y familiares, lo cual a su vez agrava los problemas. De hecho, una persona homosexual que no se acepta a sí misma puede sentirse culpable por ser lesbiana o gay y culpable también por ocultarlo.
En otros casos, los problemas están más relacionados con los demás: miedo a la reacción de los otros, miedo a ser rechazados por sus amistades o familiares, a ser considerados raros, a la posibilidad de escuchar comentarios desagradables...
Y, por último, otro grupo de homosexuales puede tener problemas tanto de autoaceptación como de miedo al rechazo.
En cualquier caso, el resultado va a ser, en muchos casos, la ocultación de su verdadera identidad. Eso puede hacer que les resulte más difícil encontrar a otras personas como ellas con quienes puedan sentirse identificadas y, por tanto, menos aisladas, y compartir sus inquietudes y sentimientos con libertad, o bien, encontrar a alguien de quien enamorarse y con quien mantener una relación de pareja estable.
Depresión, sensación de soledad o abuso de drogas o alcohol como una manera de evitar una realidad que niegan, son los problemas más frecuentes que pueden tener estas personas, entre otros.
¿Cómo puede un psicólogo ayudarles a superar estos problemas?
El objetivo de la terapia psicológica es conseguir la aceptación de su homosexualidad, eliminando sentimientos de culpa, vergüenza, depresión, etc. Entre las tareas a realizar durante la terapia se encuentran las siguientes:
1. Detectar aquellas ideas falsas y negativas relacionadas con la homosexualidad que puedan tener y cambiarlas por otras más realistas y saludables. Las personas que no aceptan su orientación sexual pueden tener muchas creencias (la mayoría basadas en falsos estereotipos) acerca de gays y lesbianas, como "ser homosexual es algo vergonzoso, malo, pervertido...", "las lesbianas tienen un aspecto con el que yo no encajo y no podré sentirme identificada con ellas", etc. Todas estas ideas acerca de los homosexuales son más abundantes y más falsas cuanto más aislada esté una persona del colectivo de lesbianas y gays y mayor sea su desconocimiento de la realidad y gran diversidad de estas personas. Por tanto, un paso importante en la terapia es mostrarles las realidad tal cual es y ayudarles a modificar esas creencias erróneas que tanto daño pueden hacerle.
2. Detectar aquellas ideas falsas y negativas relacionadas con las reacciones de los demás, como "si les digo a los demás que soy gay pensarán que soy de un modo determinado y no me verán tal y como soy de verdad". También es posible que una persona pueda estar ocultando su homosexualidad por miedo a la reacción de sus amistades, para descubrir más adelante que dichas amistades la aceptan sin demasiados problemas. Muchas de las expectativas sobre la reacción de los demás pueden ser falsas. Por supuesto, otras serán ciertas.
3. Proporcionarles herramientas psicológicas para afrontar los posibles problemas que puedan surgir en diferentes áreas de su vida (familiar, laboral, amistades, pareja, etc) y ayudarles a trazar el plan de acción más adecuado a sus circunstancias. Por ejemplo, si alguien piensa “si mis padres me rechazaran sería terrible” tendremos que trabajar en ese creencia y ayudarle a cambiar este punto de vista tan catastrófico por otro más adaptativo y saludable, como “si mis padres me rechazan lo sentiré mucho, pero no es una catástrofe y no voy a hundirme si eso sucede” o bien “intentaré hacer lo posible para que me acepten pero si a pesar de todo no lo hacen, será su decisión y yo seguiré con mi vida siendo yo mismo y aceptándome”. Es decir, muchas de las cosas que consideramos terribles e insoportables, no lo son en realidad y podemos soportarlas, superarlas y ser felices a pesar de ellas. Por supuesto, si se trata de una adolescente que vive en casa de sus padres y que tiene muchas posibilidades de se expulsada de casa si se enteran de su lesbianismo, entonces, tal vez la mejor terapia sea prepararla para que si esto sucede sepa encararlo sin verlo como una situación insuperable o sin salida, pero al mismo tiempo, sería recomendable que no dijera nada hasta poder valerse por sí misma.
4. Saber afrontar adecuadamente el rechazo o la discriminación cuando, de hecho, se produzca, aprendiendo a no dejar que eso le perturbe demasiado, le deprima o afecte a áreas importantes de su vida. Por ejemplo, saber afrontar de la forma más adecuada para él o ella el rechazo por parte de compañeros de trabajo, si se diera el caso.
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