Autora: Ana Muñoz


Consulta: Llevamos casados 10 años y tenemos una hija de 5 años, el problema es que mi marido tiene un hijo de 15 años de una relación antigua.

Cuando nos conocimos lo primero que me dijo es que tenia un hijo en su país, su novia le contó que estaba embarazada cuando estaban rompiendo y que no estaba seguro que fuera de él, ya que ella lo engañaba, le dio su apellido por honor a su familia pero no lo quería y que no me preocupara.

Yo le dejé claro que no quería una relación con hijos por medio y él me aseguró que no se hablaría mas de ello. Así transcurrieron los 6 primeros años de nuestro matrimonio sin mencionar este hijo. Al año de nacer nuestra hija nos fuimos a vivir a su País y las leyes de allí le obligan a pasarle pensión a los hijos, por lo que decidimos para no tener problemas con la ley en asignar una pensión mensual, de la que me dejo encargada personalmente para no involucrarse con la madre él.

La madre del niño empieza a llamar y mi marido para evitar problemas me deja al cargo de todo lo relacionado con ella. Lo malo es que ella empieza a insultarle , llamar a todas horas, acosarme, a cualquiera que atendiese el teléfono les cuenta de todo insultándonos, en fin, nos hace la vida imposible lo que al cabo de 3 años le pido a mi marido regresar a España para perderla de vista, ya que yo siempre la traté con mucha educación a pesar de sus insultos, cosa que después hacia que discutiera con mi marido por su culpa.

En este tiempo mi marido conoce al niño y se encariña con él, y antes de regresar a España le invita a pasar una semana en nuestra casa.
Para mí fue el fin del mundo (como explicar a nuestra hija..), el caso es que el niño (ya todo un hombre 15 años y aparenta 18), es un buen chico y me cayó bien, pero no consigo perdonar todo lo que su madre humilló a mi marido y me insulto.

Ahora mi marido ama a su hijo, y lo quiere traer a vivir a nuestra casa, (el niño y la madre también quieren, sobre todo ella ) y yo...?.
Hemos discutido sobre el asunto y me está destrozando, yo no lo quiero en mi vida, ni en mi casa, y él dice que es su hijo y le quiere y se arrepiente de no haberle cuidado en tantos años, diciendo que lo hacia por mí. ¿Donde nos va a llevar esta situación? Nosotros nos queremos mucho, pero el niño es el tercero en discordia y nos está destrozando el matrimonio.

Respuesta: Sin duda es una situación complicada. Por un lado, si vuestro acuerdo al principio fue que tú no querías hijos de otro matrimonio de por medio, tienes todo el derecho a negarte a que el chico viva con vosotros. Pero también es bueno que consideres todas las opciones posibles. Y para poder hacerlo con claridad, trata de ver a ese chico de un modo realista, como una persona independiente de sus relaciones con otras personas. Es decir, no lo veas como el hijo de otra mujer, o el hijo de una mujer que te ha insultado, sino como lo que él es en sí mismo y como el hijo de tu marido. Es decir, el significado que tú le atribuyas a ese chico va a influir en tu decisión y en tus sentimientos; por eso, para poder tomar una decisión acertada conviene que le atribuyas un significado más realista: es un chico que te cae bien, a quien consideras una buena persona y a quien tu marido le tiene cariño y desea hacer algo por él. Deja de verlo como el hijo de otra, no se trata de ella, ni de hacer algo por ella (incluso aunque ella se beneficie de algún modo) sino que se trata de él, de tu marido y de ti. Luego considera la posibilidad de tenerlo en tu casa, analiza esa posibilidad hasta el final, usa tu imaginación para ver cómo sería si estuviera viviendo con vosotros, piensa en cómo sería vuestra vida dentro de un año, de dos años, etc.

No se trata de que cambies de opinión sino de que consideres esa opción. Una vez hecho esto, si sigues prefiriendo que él no viva con vosotros plantéaselo con claridad a tu marido, dile que no estás dispuesta a ceder y mantén tu postura, o bien trata de negociar con él soluciones intermedias, como que el chico pase temporadas con vosotros pero sin vivir en vuestra casa. Es decir, busca alternativas, a veces las cosas no son cuestión de todo o nada.