Autora: Ana Muñoz

El apoyo emocional implica tener a otra persona a tu lado con la que puedes contar cuando tienes problemas o te sientes mal, que te ayuda, comparte contigo tus malas experiencias y te consuela en los malos momentos.

El mejor apoyo emocional que puede tenerse es aquél que procede de una persona con la que compartes tu vida de modo que tus problemas son también los suyos (y al revés). Así, el peso del problema se diluye, no recae solo sobre tus espaldas sino también sobre las suyas, de manera que la diferencia entre afrontar una etapa dura en soledad o afrontarla con alguien que la comparte contigo puede ser muy grande y el malestar (miedo, incertidumbre, ansiedad, abatimiento, etc.) que sientes a causa de lo sucedido es mucho menos intenso cuando otra persona lo comparte contigo.

El apoyo emocional hace que la vida sea más fácil, que experimentemos menos emociones negativas ante los problemas y que sintamos una mayor sensación de seguridad y protección. Cuanto mayor sea la red de personas que nos apoyan (pareja, padres, hermanos, amigos, etc.) mayor será el beneficio que nos aporte y más confiados y seguros nos sentiremos.

Por el contrario, la falta de apoyo hace que los problemas parezcan mucho más grandes y pesen mucho más. Las emociones negativas que sientes cuando las cosas van mal pueden ser más intensas: sientes más miedo, más estrés, más tristeza, etc. Si te comparas con la persona que eras en el pasado, cuando contabas con más apoyo (o al menos creías contar con él), puede que te sientas débil y que pienses que has dejado de ser la persona fuerte que creías ser. Pero no es debilidad en absoluto; es el efecto normal de la falta de apoyo. No es que te hayas vuelto más débil; es que ahora necesitas ser mucho más fuerte y resiliente de lo que eras antes.

Es decir, si careces de apoyo emocional no te queda más remedio que encontrar el modo de hacerte más fuerte. Y esto es algo que no solo puedes hacer sino que, probablemente, ya has empezado a hacer desde el momento en que has tenido que encarar la vida sin apoyo.

¿Qué puedes hacer?

Hazte más resiliente. Una solución, por supuesto, sería buscar nuevas personas que te aporten ese apoyo emocional que te falta. Sin embargo, yo te propondría afrontar esto de otra manera: aprovechar esta etapa de tu vida en la que careces de apoyo para beneficiarte de ella y hacerte mucho más resiliente y fuerte.

Es decir, en vez de salir a la desesperada en busca de alguien que te sirva de apoyo a causa de tus sentimientos de miedo, ansiedad o abatimiento, proponte afrontar esta etapa a solas y aumentar tu nivel de resiliencia.

Más abajo verás algunos enlaces a artículos sobre resiliencia (y otros que puedan servirte de ayuda para fortalecerte) pero, en resumen, podemos decir que la resiliencia es la capacidad que tiene una persona para afrontar los problemas y las experiencias duras o situaciones difíciles de la vida sin venirse abajo ni acabar trastornado o enfermo sino sintiéndose bien en incluso fortalecido por la experiencia.

El primer paso, como siempre, comienza por proponértelo: dejar de verte como una persona débil y empezar a pensar que eres más fuerte de lo que crees y que, si aún no lo eres lo suficiente,  tienes capacidad para hacerte aún más fuerte.

El segundo paso está en el modo de usar tu pensamiento. El pensamiento es una de las mejores armas de que dispones. Si lo usas de un modo constructivo serás mucho más fuerte. Estos artículos pueden servirte de ayuda:

Ser emocionalmente fuerte implica también saber aceptar las emociones y manejarlas correctamente. Significa aceptar lo que sientes en cada momento sin tratar de huir de las emociones negativas mediante alcohol, drogas, sexo o distracciones que usas para no sentir. Es más fácil aceptar las emociones negativas cuando sabes cómo manejarlas y qué hacer con ellas.

De este modo, lo que creías que era una etapa dura y solitaria de tu vida puede convertirse en una oportunidad de crecer y mejorar.