Autora: Ana Muñoz
Consulta: Hola, soy un estudiante de ingeniería, pero tengo un problema, siempre que voy a hablar en publico me pongo muy nervioso y empiezo a transpirar demasiado, esto hace que no diga mis ideas con claridad y tartamudee mientras hable. Siento que este problema está creciendo cada vez que lo hago mal y me hace sentir fracasado, aparento no sentirlo y no lo he hablado con nadie, espero que me ayuden, gracias de antemano por sus consejos.
Respuesta: El miedo a hablar en público es uno de los miedos sociales más frecuentes. El motivo por el que sientes que el problema está creciendo es debido a que los mismos síntomas de ansiedad suelen producir más ansiedad. Es decir, cuando empiezas a sentirte nervioso y a sudar, piensas que los demás se van a dar cuenta y que pensarán que eres torpe o inmaduro, etc. y eso te hace sentirte todavía más ansioso. Así, tus propios pensamientos contribuyen mucho a mantener el problema y a agravarlo.
Por eso, si quieres superarlo tienes que empezar por cambiar tus propios pensamientos en esos momentos y empezar a pensar y a repetirte a ti mismo una y otra vez que ponerse nervioso no te convierte en una persona inferior, ni en un inmaduro, ni en un fracasado.
No hay nada malo en ti, es sólo el miedo al rechazo de los demás, el miedo a cometer errores y no ser aceptado. Y ese miedo es universal, en mayor o menor medida, ya que a todo el mundo le gusta ser aceptado por los demás. La diferencia es que tú lo estás viendo como algo que es casi cuestión de vida o muerte ("Tengo que hacerlo bien y ser aceptado o de lo contrario me rechazarán y no podré soportarlo; será terrible") en vez de considerarlo como algo solamente deseable ("Me gustaría hacerlo bien, no ponerme nervioso, no cometer errores y ser aceptado por todos siempre, pero soy humano y a veces cometo errores, a veces me pongo nervioso, a veces no sé qué decir, etc, como todo el mundo, pues no soy perfecto, así que si no me sale como me gustaría, qué se le va a hacer; no creo que la gente sea tan crítica como para rechazarme por ponerme nervioso al hablar, y si lo hacen, serán solo algunos, no todos".
Después de todo, la posibilidad de ser rechazado por los demás está siempre presente porque cada persona tiene gustos diferentes y cada persona interpreta las cosas a su manera. Hay personas que se han visto rechazadas por ser demasiado guapas (algo que se supone que es una cualidad deseable); hay quien prefiere a las personas atrevidas y hay quien prefiere personas más tímidas (por ejemplo, pueden pensar que los atrevidos no son de fiar y los tímidos sí).
Por tanto, empieza por aceptar tus síntomas de ansiedad ("Prefiero no sudar, pero si sudo, pues sudo y si tartamudeo, pues tartamudeo"), no dejes de hablar en público cada vez que tengas ocasión y trata de restar importancia a lo que los demás puedan pensar de ti ("Espero que piensen bien, peor si no lo hacen, están en su derecho, y yo no estoy en su mente para controlar lo que piensan y hacer que piensen siempre bien, así que no voy a pedir imposibles como desear gustar a todo el mundo en todo momento"). De hecho, te sentirás más libre, aliviado y relajado si te concedes la libertad y el derecho de caer mal o no gustar a alguien de vez en cuando, así como el derecho a ser imperfecto.