Autora: Ana Muñoz
La gelotofobia se define como el miedo patológico a ser objeto de risa o de ridiculización. Se considera un subtipo específico de fobia social. Estas personas no perciben la risa como el resto de las personas; es decir, como una parte integrante de la diversión y la alegría, sino que la risa tiene para ellas connotaciones negativas. Esto es debido a que todas las formas de risa (incluida la amistosa) se interpretan como una expresión de hostilidad, rechazo o burla ("se están riendo de mí").
Los gelotofóbicos viven con un miedo constante de ser evaluados por los demás de un modo que les lleve a la burla. Por consiguiente, se observan constantemente a sí mismos para controlar cualquier conducta que los haga parecer ridículos y tienen un miedo constante a ser menospreciados o ridiculizados por otros. Padecen de sentimientos de inferioridad, inseguridad, autodesprecio y vergüenza. En el fondo, estas personas se consideran a sí mismas ridículas.
¿Que es la gelotofobia?
Las personas con miedo al ridículo controlan su comportamiento en situaciones sociales para evitar llamar la atención de los demás de un modo negativo y causar una impresión ridícula, evitan hablar en público y cuando otros se ríen en su presencia sospechan que podrían estar riéndose de ellas. También tienden a evitar volver a un lugar en el que se han burlado o reído de ellas.
Pueden tener miedo a estar en situaciones sociales porque temen que los demás se den cuenta de su inseguridad y se burlen. Así, pueden evitar muchas situaciones sociales, a pesar de que esto les haga sentirse solos.
No suelen saber cómo reaccionar cuando alguien se ríe de ellos, de manera que se sienten bloqueados o paralizados y no consiguen comportarse con normalidad. Esto hace que aumente su sensación de ridículo y su ansiedad. Pueden pensar que causan una impresión negativa en los demás porque son ridículos, tienen un aspecto ridículo o se comportan de un modo ridículo, aunque no sea cierto.
Suelen tener problemas para olvidar con facilidad y superar las burlas de los demás. De manera que cuando piensan que han hecho el ridículo se sienten muy afectados y experimentan ansiedad y un pensamiento obsesivo relacionado con el suceso vivido, que no pueden quitarse de la cabeza. Cuando alguien se ha burlado de ellos, tienen problemas para tratar con esa persona de un modo normal y tienden a evitarla, al igual que evitan la situación en la que ha sucedido.
Las personas con gelotofobia padecen estrés y ansiedad y pueden sentirse desgraciadas con frecuencia. Tienden a pensar que sus vidas conllevan menos placer y menos significado que los demás. Es difícil sentir satisfacción en la vida cuando no puedes expresar tu verdadero yo, sino que te controlas y vigilas constantemente para no quedar en ridículo delante de los demás; además, al sospechar de los demás, pensando que se van a reír de ti, puedes tener una actitud distante, precavida y rígida con otras personas, lo cual no favorece tus relaciones.
Así pues, sus relaciones con los demás pueden ser distantes, superficiales e incluso frías porque piensa que cualquier cosa que haga o diga puede ser motivo de burla, de modo que hablará poco e interactuará poco con otras personas, quienes no tendrán oportunidad de conocer a la persona gelotofóbica. Esto puede hacer que los demás pierdan el interés en ella, la ignoren o incluso la rechacen o se burlen. Es decir, es como una profecía autocumplida: tus propios intentos por evitar que otros se rían de ti, pueden acabar provocando sus burlas.
Causas de la gelotofobia
El uso del ridículo como una forma de educación, tanto en las familias como en la escuela o la sociedad en general, contribuye a la gelotofobia.
El estilo de educación de los padres en las familias de gelotofóbicos suele ser sobreprotector y controlador. Utilizan la vergüenza para controlar el comportamiento del niño o niña: por ejemplo, ignorarlos (combinado con una "mirada gélida" y una cara petrificada), burla sarcástica sobre comportamientos que no cumplen con las reglas de los padres, ridiculización y retirada del amor.
Los niños que están siendo víctimas de burlas y ridiculizados suelen desarrollar un estilo de vida defensivo y evasivo y tienden a someterse incondicionalmente a las expectativas y normas de sus padres. Esta devoción ciega es una fuente permanente de sentimientos de culpa y vergüenza. También pueden desarrollar un comportamiento de sometimiento y complacencia respecto a otras personas, que luego hace que se sientan mal consigo mismos o avergonzados por haberse sometido o haberse quedado paralizados.
Debido a este fuerte vínculo con la familia, otras actividades sociales se descuidan o no se desarrollan adecuadamente. Por tanto, la socialización fuera de la familia generalmente fracasa. Estos niños no adquieren las habilidades sociales que podrían facilitar una participación exitosa en las relaciones con sus iguales. Más bien, en situaciones sociales muestran síntomas específicos de estrés, como movimientos torpes y otras formas de comportamiento inapropiado que propician las burlas de los demás.
Las experiencias infantiles de no haber sido amados y haber sido rechazados van acompañadas de un profundo sentimiento de fracaso, desaprobación y aniquilación ante los ojos críticos o despectivos de su padre o a madre. Por lo tanto, surge en el niño o niña un sentimiento de insuficiencia o inferioridad.
El sentimiento de vergüenza, por otro lado, surge cuando los mensajes negativos llegan al niño o niña. Pueden transmitirse, por ejemplo, mediante una "mirada gélida" combinada con una expresión facial que indique desagrado, desaprobación, desdén o desprecio. Los padres generalmente no son conscientes del hecho de que el uso constante de una cara de disgusto puede desencadenar vergüenza.
Una niña o niño que ha sido humillado repetidamente de esta manera, quiere esconderse de la vista de esa persona. Frente a mensajes tan humillantes, los niños tratan de protegerse a sí mismos. Una estrategia típica es el control excesivo de los músculos faciales, de forma que la expresión se vuelve rígida, acartonada, como si fuera una marioneta. Tampoco se mueven de un modo espontáneo debido al control excesivo que tratan de ejercer sobre sí mismos. Esto los puede hacer parecer cómicos o ridículos ante los demás y reforzar su propio autodesprecio, aumentando su sentimientos de inferioridad y de vergüenza.
Los gelotofóbicos temen constantemente que otros los examinen en busca de pruebas de su ridiculez. Por lo tanto, evitan cuidadosamente situaciones en las que se sienten expuestos a los demás. La gelotofobia en su extremo, por lo tanto, implica una pronunciada tendencia paranoide, una marcada sensibilidad a la ofensa y un retraimiento social.
También es necesario señalar el papel de la genética: algunas personas son genéticamente más susceptibles a la vergüenza que otras. Una persona muy susceptible que crece en un ambiente sano es muy probable que no llegue a desarrollar gelotofobia, mientras que en un ambiente como el descrito, sucederá lo contrario. Igualmente, una persona menos susceptible tendrá menos probabilidades de desarrollarla aún estando en un ambiente negativo.
Características de personalidad de las personas gelotofóbicas
- Son personas introvertidas.
- Han experimentado una intensa vergüenza a lo largo de su vida.
- No son capaces de distinguir entre bromas cariñosas y una risa desdeñosa. Atribuyen más motivaciones negativas a cualquier tipo de risa y suelen responder a cada risa con sentimientos negativos como vergüenza, miedo o enfado.
- La capacidad de sentir placer y usar el sentido del humor es claramente limitada en estas personas.
- La mayoría de los gelotofóbicos recuerdan situaciones embarazosas en la niñez en las que fueron ridiculizados por sus familiares.
- En sus vidas, experimentan vergüenza y miedo con alta intensidad y larga duración. Por otro lado, su experiencia de felicidad es menos intensa y de menor duración.
- Les cuesta trabajo regular sus emociones con facilidad y pueden ser fácilmente influenciados por los sentimientos negativos de sus compañeros.
- Tienden a controlar meticulosamente sus emociones y, al mismo tiempo, son incapaces de comunicar fácilmente sus propios sentimientos a los demás.
Tienden a tener una autoestima más baja respecto a sus propias habilidades y subestiman su verdadera capacidad. De hecho, subestiman sus capacidades intelectuales hasta en 6 puntos de CI.
¿Por qué la gente se ríe de los demás?
Las personas se evalúan entre sí cada vez que se encuentran. Y surge un sentimiento de diversión cuando una persona se da cuenta de que es superior en comparación con la otra. Es decir, percibir a otra persona como estúpida o ridícula da lugar a una sensación de superioridad.
Lo mismo sucede dentro de un grupo. Mientras se ríen de esa persona ridícula (que funciona como chivo expiatorio), los miembros del grupo se ven a sí mismos como una comunidad superior. Esto crea un sentimiento comunitario poderoso que, a su vez, está conectado con una energía alegre. En contraste, la persona ridiculizada se siente débil, inferior y amenazada; puede acabar siendo una "víctima permanente" con un dolor emocional crónico que le llevará al retraimiento social y al aislamiento. El propósito de tales acciones evasivas es protegerse a sí mismo contra un trauma mayor.
Por tanto, la burla es un mecanismo para aumentar la autoestima y la sensación de superioridad y es más frecuente en personas con baja autoestima.
Qué puedes hacer
1. Aprende a reconocer la risa genuina y positiva y acostúmbrate a ella. Mira películas de risa o lee libros de humor, mira vídeos donde la gente se ríe y se divierte. En Internet encontrarás muchos vídeos de este tipo.
2. Aprende a usar tu cuerpo de manera espontánea para librarte de esa rigidez característica del gelotofóbico. Por ejemplo, baila, practica taichi, haz deporte, etc. Puedes empezar haciendo esto en tu casa a solas. Necesitas reconectar con tu cuerpo y librarte de esas cadenas que lo acartonan. Es decir, empieza por sanar tu cuerpo para sanar después tu mente.
3. Haz también actividades que te ayuden a relajarte, como yoga, meditación, técnicas de relajación.
3. Aprende habilidades sociales. Un psicólogo o psicóloga puede ayudarte mediante un entrenamiento en habilidades sociales. La psicoterapia también puede ayudarte a superar la gelotofobia.
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